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Alberto Menéndez

Empate agridulce

El Real Oviedo dio ayer de nuevo una buena imagen en el Tartiere, al igual que el Deportivo, y por eso mismo brindaron un buen partido de fútbol, con alternativas en el juego y oportunidades para ambos. Un encuentro con aires de Primera, con dos equipos históricos que por lo que se vio ayer por supuesto que son serios candidatos a luchar por el regreso a Primera. Por afición, por uno y otro lado, que no quede. Cualquier tipo de duda acabó disipada en el estadio ovetense, con un ambiente digno de duelos más ambiciosos, de más categoría futbolística. Por supuesto que los seguidores azules esperaban que los tres puntos se hubiesen quedado en casa para dejar al club a punto de caramelo de la promoción. He aquí el aspecto agrio del empate de ayer. Por el contrario, el dulce, ahí está también, el buen juego desplegado por el equipo en bastantes fases del encuentro ante un conjunto aguerrido e intenso, el Dépor, al que quizás, al igual que al Oviedo, le falta continuidad.

Con las ausencias de dos de los jugadores más imaginativos de los azules en el centro del campo, Tejera y Javi Muñoz, era lógico pensar que el equipo se resentiría en las labores de creación. En parte así fue, pero también es verdad que, sobre todo en el primer tiempo, estas ausencias se cubrieron a base de entrega en las labores de contención por parte de unos muy solidarios pivotes, carrileros y hasta delanteros, destacando, por lo que significa para el chaval, la actuación del debutante Jimmy, que cumplió como si de un veterano se tratara, sin perder el sitio en ningún momento y prestándose a ayudar a cualquier compañero en el lugar del campo en el que se le necesitase.

Hubo más novedades en el equipo inicial de los carbayones, en la retaguardia: Forlín y Carlos Martínez, que se vaciaron a lo largo de los noventa minutos, sobre todo el segundo, con constantes subidas por la banda, con más o menos acierto, pero cuyo voluntarismo es digno de elogio.

Hubo dos goles. Y dos grandes protagonistas, tanto en elaboración de los mismos como a lo largo del partido en su conjunto. Saúl Berjón, una vez más, por lo que respecta a los asturianos. Y Quique González, por los gallegos. Ambos dan el plus de calidad (al menos así lo hicieron ayer) que necesitan aquellos equipos con aspiraciones. El 10 azul se encuentra de nuevo en un gran momento de forma (la jugada del tanto del Oviedo así lo evidencia) y ayer, además, debido a las ausencias se tuvo que multiplicar, por lo que acabó agotado. Así y todo una genialidad suya, en su saque de falta ya al final del encuentro, a punto estuvo de dar la victoria al equipo de Anquela. Si no fue así fue gracias a la parada del portero deportivista Dani Jiménez (en el lado contrario Champagne, otra vez más, también tuvo intervenciones de mucho mérito). Quique por su parte mostró en Oviedo sus dotes de goleador, pero no solo eso, evidenció que es un peligro constante para las defensas por mucho que estén encima de él; es un delantero no solo que marca tantos (ya lleva trece), sino que también atesora una gran calidad.

Y una pregunta para Anquela: ¿por qué no se atreve a poner toda la artillería goleadora en el campo antes? ¿Por qué sí se puede jugar con dos delanteros los últimos veinte minutos y no, por ejemplo, desde el principio, y luego, de acuerdo a cómo vaya el resultado, sustituir a uno de ellos por un centrocampista? No es una crítica, es una duda derivada de las opiniones de muchos aficionados que le reclaman más osadía, menos conservadurismo.

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