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De cabeza

El silencio

El Oviedo le marcó al Numancia uno de los goles menos memorables de la historia azul

Mientras medio mundo vivía pendiente del final de "Juego de tronos", en el Tartiere se consumaba una victoria con pinta de empate a cero. Así de destensadas fueron las cosas el pasado domingo en el Tartiere. Los datos oficiales del club confirmaron que fue la asistencia más baja de la temporada. No era necesario echar cuentas: ya media hora antes, una calma chicha, más propia de la resignación que de las matemáticas que aún dan posibilidades al Oviedo, se respiraba como la única forma de afrontar un partido con muy poco cartel. En los días posteriores al descalabro de Málaga se apeló a la fe y a los puntos que quedan en juego como si de una campaña de la cadena HBO se tratara. Cada vez se disfrutan más las series a través de la publicidad, de la misma manera que el aficionado ya vive con más intensidad la semana entre partidos que el partido en sí. Vivimos en la sociedad de los entremeses y los prolegómenos. Tanto nos empachan antes de que llegue el plato de cuchara, que llegamos al campo (los que llegamos) con la sensación de que ya hemos asistido al encuentro. Por eso sigue siendo tan importante acudir al fútbol: para que los videojuegos y las series nos sustituyan al teatro. El teatro es vivo, no existe en él la posibilidad de rectificar y se desarrolla con el público delante. La televisión puede repetir hasta la saciedad el momento en que Jimmy gira sobre sí mismo para eludir a un rival al tiempo que pone la mirada en la jugada que va a suceder en un instante, pero cuando ves ese gesto del canterano sentado en tu asiento de la grada es, y esto lo dijo Borges, como el primer trago de agua fresca en la garganta de Adán. A mí cada vez me gusta menos ver resúmenes y repeticiones de partidos que ya vi. Pienso, tal vez, que abocarse al presente, al momento del hecho, sirve para librarme de la nostalgia y de una exigua esperanza.

Mientras medio mundo esperaba la resolución de "Juego de tronos", el Oviedo le marcó al Numancia uno de los goles menos memorables de la historia azul y eso que los goles, por definición, apelan al pasado mientras buscan asegurar el futuro. Supongo que algún aficionado con vocación de historiador me susurraría al oído que no desprecie ningún gol, aún no sabemos que será de nosotros.

Los adictos a "Juego de tronos" ya saben lo que será de ellos mientras se entretienen debatiendo si el final de tanta epopeya ha sido el adecuado: a una serie le seguirá otra en un bucle interminable de sofá y manta. Después de todo, la jornada treinta y nueve de la Liga 123 ha sido benévola con el Oviedo.

El dramaturgo Juan Mayorga, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española de la Lengua, ha dicho que "el silencio puede, en un escenario, representar el tiempo". Guardemos silencio, que no anticipen las palabras lo que sucederá o dejará de suceder.

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