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Del fin de la utopía a la presente realidad (y II)

La época excepcional que se aventura, tras el triunfo de la moción de censura contra Rajoy

El PSOE, a pesar de las renuncias que se impuso en 1979 para alcanzar el poder en 1982, pudo mantener viva la corriente utópica -aunque solo fuera en modo de "arroyuelo murmurante"-, nacida de la savia ética y moral práctica, "insuflada" por su fundador, y en parte por la posición de Tierno, que aunque relegado a la Alcadía de Madrid, y perdido para las relaciones con el poder, aparecía ante la opinión como alguien que conservaba "cierta austeridad, cierta sobriedad", y que sabía guardar distancias. Tierno en medio del túnel, reconoce el profesor Antonio Santesmases, que no había tenido ocasión de tratarle personalmente, "aparecía en su alcaldía y en su obra intelectual, como la luz que de vez en cuando lo iluminaba"?

Cierto que Pablo Iglesias no fue un teórico del marxismo; ni un orador que levantara entusiasmos ni pasiones, pero con tenacidad incansable, afirmó Tierno, ofreció a la sociedad y a la cultura española algo muy necesario en su tiempo, y que sigue siéndolo, tanto o más, en la actualidad: "Un estilo moral de vida. Iglesias, a juicio del Viejo Profesor, fue sobre todo un moralista, que impregnó de sentido ético y de moral práctica la acción y la vida interna del Partido Socialista". De ahí, brotó el arroyuelo, aunque fuera entre rocas y peñas; y que todavía, como se demostró en la reciente "Moción", -como le llamó una socialista entusiasta-, y también de resurrección, sigue corriendo, oxigenando ideales y proyectando líderes, cuando todo parecía extinguirse, "porque la luz de vez en cuando sigue iluminando"; y todavía el arroyuelo aspira en ser, lo ha vivido en sus carnes Máxim Huerta, ancho río de gobierno.

Durante la crisis producida en el PSOE por la renuncia al marxismo de Felipe González en 1979, señaló Tierno el 21 de junio en la conferencia que dictó en la Federación Socialista Madrileña, "la mayoría de los partidos socialistas europeos han pasado de ser una alternativa al sistema capitalista a convertirse, simplemente, en una alternativa de poder", menospreciando la capacidad de transformación. Olvidando que "un Partido socialista es un partido que tiene un horizonte, en cuyo horizonte está escrito queremos sustituir el sistema en que estamos por otro sistema mejor"... Y con la renuncia, podemos añadir hoy, viene la desmotivación de la militancia que sostiene al Partido y sus principios, tanto en el poder como en la oposición.

La renuncia a la transformación de la sociedad capitalista en el seno de los partidos europeos que denunciaba Tierno, provocó, sumada a las malas prácticas partidistas, que las "resultados" de la gran crisis del capital financiero, -"servida" al mundo por sus propios cocineros a principio de siglo-, supusieran la cuasi su desaparición de organizaciones socialistas centenarias, o, en el mejor de los casos, produjo su paralización, reduciéndolas a la inoperancia, salvo en la Europa del Sur, donde son gobierno.

Nacíamos los españoles a la democracia "posfranquista", en el momento de final de los 30 años de ciclo dorado de la posguerra. Llegábamos, justo después de los portugueses, cuando declinaba el sol de la socialdemocracia; cuando el socialismo europeo, por salvar el poder, renunciaba a sus principios, y pasaba de ser "alternativa" al sistema capitalista, a simple aspirante al poder?, y enseguida, a perderlo donde lo tenía.

En tan malos mares, el PSOE navegó tras el poder. Lo alcanzó González como lo había alcanzado Mario Soares, y ambos lo ejercieron entre miedos, recelos y temores; olvidando, los españoles, los once mandamientos de que libremente, y ajeno a la realidad que venía, se habían dado en el Congreso de Suresnes. Y aquel primigenio-pablista entusiasmo colectivo de llegar a una sociedad que no fuera la sociedad en que vivimos, que fuera una sociedad que no estuviera aquejada por las taras y manchas de la sociedad actual, quedó, como tantas cosas quedaron, en el camino del poder; y en los butacones de los "consejos" de administración y del estado, quedó olvidado el entusiasmo colectivo que alimenta el motor utópico, y por efecto del poder y sus pompas, crecieron las malas hierbas de la ambición, la función, y el dinero público...

En momentos tan difíciles como los presentes, con el socialismo y la alianza del bloque de izquierda solo gobernando en la vecina nación ibérica, el partido socialista, que ha logrado alcanzar puerto, aunque inseguro, sin perder todos los papeles, acaba de dejar en evidencia las desnudeces de la "corte popular".

La ruina de este remedo "popular" de la buena España coloca al Partido socialista ante una situación excepcional, por lo inesperada, hace solo una semana. Situación de gobierno a la que, en este centenario de su nacimiento, convendría aplicar el aviso a dirigentes y navegantes que lanzaba Tierno va a hacer 40 años: "En el Partido se ha dado también un gran incremento de militantes y de clientela que no "asocia" la conducta con las ideas, y eso debemos evitarlo. En el partido socialista, que debe ser partido de ideales, es menester que las ideas estén asociadas a la conducta". Y pedía, como mañana lo volverá a pedir toda España a Pedro Sánchez y su gobierno: "Que se tenga pleno conocimiento de qué es ser socialista, de qué significa ser socialista y de cómo ha de comportarse quien dice ser socialista".

La razón de la debacle del gobierno popular, a pesar de tantos títulos y de tantas oposiciones ganadas por su Jefe y resto de miembros, ha sido, ¡paradoja!, la del No saber: no saber qué es ser político; no saber qué significa hacer política y resolver sus problemas, y no saber cómo ha de comportarse quien es gobierno y quien partido.

Se abre un tiempo excepcional, ojalá que las Españas todas y toda la ciudadanía, la organizada y no, esté a la altura necesaria.

No pocos confiamos en el nuevo tiempo y su gobernante. Justicia, verdad y sinceridad para decirla, de tal manera que ofrezca a la sociedad española, harta de señoritos faltos de moral y muchos ladrones profesionales, un estilo moral de vida, y que impregne la acción de gobierno de sentido ético.

-Que nos diga la verdad, y que en todo actúe con decencia.

Las Españas por venir, República Ibérica con Portugal, nuestra cada más íntima compañera de viaje y "nación de naciones", lo merecen.

Ojalá no tengamos que decirle al Sr. Sánchez por la política que desarrollen sus adversarios, aquello que Palacio Valdés dijo sobre Pedregal:

"¡Desdichado! ¡Qué pecado habrá cometido para ser hombre político en España! ¡Merecía serlo en un país civilizado!

Ojalá.

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