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Un grande llamado Paco

Recuerdos personales y vivencias al lado de un gran amigo

Era el 6 de marzo del 2012, a las ocho de la mañana. Camino de Bariloche, suena el móvil: "Alfonso, acaba de fallecer tu gran amigo Bardales ¿dónde estás?. Dejo a Colás, te espero en el Parchís y damos un paseo por el Muro". Ése es y será para mí, Paco Prendes.

Coincidimos de verdad, casualmente, en el Café del Instituto. Nos presentó Hugo, el del PC y nos hicimos amigos para siempre. Él presentó mis libros: en la Casa Consistorial, el de la Droguería; y en el Antiguo Instituto, el del Molinucu, en compañía de Bardales. Y el de "Tiempos Pretéritos", haciendo trío con Carmen Moriyón y el poeta Miguel Mingotes. Casi a diario, pasaba por la droguería y charlábamos divertidamente de lo que se nos avecinaba con la irrupción de esa extrema derecha que le traía a mal traer.

De Paco Prendes sólo puedo decir loas, pues la empatía, quizás, obnubila los posibles defectos. Cuando brillantemente presento el libru de la Droguería, coincidimos en el Entreplazas, donde la Plaza Mayor. Yo tenía a mi madre agonizando (murió al día siguiente), el tomó un Jameson y yo un gin-tonic. Me dio ánimos, me invitó y salió todo de p.m. Aquello fue un punto de inflexión de una hermosa amistad. Los sábados para escribir, pongo la camiseta del oso regicida que me regaló.

Se nos marchó un gijonés enragè, como diría Juan Ramón Pérez las Clotas, un fanático de esta ciudad, por cuya playa estaba preocupado (primero Peltop y ahora Madiedo le ponían al día) y que ¡ay!, no esperó a ver la Tercera República.

Se nos fue un señor muy grande.

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