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Cuando la vida es una novela

El poder de la literatura para narrar historias y a la vez crear mundos imaginarios que parecen reales

Una novela contiene hechos inventados por el autor, aunque el cuadro en que se desarrollen sea a veces rigurosamente histórico. De ordinario es narrativa; pero en algunas prevalece la descripción. Suele escribirse en prosa. La novela admite a veces la forma epistolar y la dialogada. La novela es poesía épica. Los hechos que constituyen su acción son imaginarios, pero verosímiles. La novela, se ha dicho exactamente, es la epopeya burguesa de los tiempos modernos. Por lo general, la acción de la novela, al contrario que la de la epopeya, se desenvuelve en una sociedad prosaicamente organizada. Así como los grandes modelos de la epopeya se nos ofrecen en las antiguas literaturas de la India y Grecia, las obras que dan el patrón de la novela corresponden a la época moderna. La novela el teatro mismo, todas las formas narrativas y representativas que ahora cultivamos, son la antigua epopeya destronada. La novela considerada como representación de la vida familiar, puede insinuarse en la epopeya misma. En la extrema decadencia de la literatura griega, durante el periodo bizantino, se cultivó la novela de amor y de aventuras. Las clases de novelas son numerosas: libros de caballería, que retratan y exageran la época feudal; picaresca, que describe la vida de la hampa; la novela pastoril, de hábitos campestres; histórica; satírica, porque censura crímenes y debilidades del hombre; erótica o amorosa, novela humorística, la novela psicológica, donde el autor se complace en analizar los caracteres de sus personajes, describe afectos y pasiones.

El cuento es una novela de cortas dimensiones, pueden ser en prosa y cuentos en verso. El cuento popular es tan antiguo como la fábula y la leyenda, y suelen confundirse los tres. El cuento admite gran variedad de formas; los hay cómicos, satíricos, de hadas, etcétera.

En este momento me resisto al silencio para evocar a un ovetense ilustre, nacido en París. Se trata de Rafael Zamora, marqués de Valero de Urrìa, persona ilustrada, polifacética, poeta, compositor, prosista, publico infinidad de artículos en prensa y un libro "Crímenes literarios y meras tentativas escriturales y delictuosas", con el anónimo pseudónimo de "lscariotes Val de Ur", que mereció los mayores elogios de Azorín, Pérez Galdós y también Pérez de Ayala con quien le unió una gran amistad. En los sofás del Café Español el marqués dictaba lecciones de las lenguas de Homero y Virgilio. La biografía del marqués de Valero de Urría es extensísima, desempeño la dirección de la Escuela de Bellas Artes, colaboro en la Extensión Universitaria; fue presidente de la Sociedad Filarmónica de Oviedo; escribió novelas que merecieron elogios de la Pardo Bazán yes autor de libros dedicados a Rafael Altamira. Todas sus publicaciones estaban en la Oficina que tuvo la Sociedad Filarmónica en el Teatro Campoamor, destruido totalmente en el proceso revolucionario de 1934. Falleció el 20 de mayo de 1908.

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