Se ha descubierto que la modelo que posó para el famoso cuadro "El origen del mundo", una carajada al óleo sobre lienzo pero sin lienzo, de Gustave Courbet, pintada en 1866, era Constance Quéniaux, bailarina, después cortesana que, subastando cada día la boca de su alma, amasó una fortuna, para, finalmente, darlo gratis, por filantropía. Este descubrimiento me trae a colación a otra mujer cuyo rostro subyace bajo los trazos del primer retrato que Goya hizo a Jovellanos, hacia 1780, expuesto en nuestro Bellas Artes de Oviedo; dentro de lo mal que se aprecia, es necesario utilizar rayos X, los técnicos no saben si detrás del prócer gijonés suspira María Teresa de Vallabriga, esposa del infante don Luis y cuñada de Carlos III, o Josefa de la Soledad Alonso Pimentel, condesa de Benavente, casada con el duque de Osuna. ¡Ay, qué coño!, bien vive quien bien se oculta.
