En el reciente ensayo de Asunción Herrera, "La conspiración de la ignorancia", una reflexión sobre el progreso, cuando habla de avatares trae a Edith Wharton y "La solterona"; si de etnocentrismo evoca a Conrad y "El corazón de las tinieblas"; si determinismo recurre a Azorín y "La voluntad", y a Simone de Bouvoir y "El segundo sexo"; con el antropocentrismo acude a Coetzee y "Elisabeth Costello"; en lo referente a la naturaleza humana saca a Mandeville y "La colmena rezongona", y a Murasaki Shikubo y "La novela de Genji"; con su teoría del retroceso sustentable acude a Kazuo Ishiguro "Nunca me abandones"; ante la propuesta de un modelo de democracia, trae a Reginald Rose y "Doce hombres sin piedad", y a Anatole France y "Los dioses tienen sed"... Dice Herrera, cuán cierto, que las novelas ofrecen posibilidades deliberativas y son fuente de recursos morales. ¡Qué gran profesora de ética y de literatura!
La mar de Oviedo