La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La mar de Oviedo

Virgen de la Escucha

En la girola de la catedral de Oviedo recuerdo haber visto a la Virgen de la O, encinta; la evoqué cuando en la girola del piso alto de la catedral de Santander vi ayer una talla parecida, del siglo XVII, la Virgen de la Escucha. Si fuéramos capaces de escuchar, o sólo de oír, incluso de hacer que escuchamos a otra persona sin apenas pronunciar palabra, callándonos y de vez en cuando asintiendo o emitiendo neutros "¿Tanto así?", "¡Qué bárbaro!", "¡Home coño!", pasaríamos como los confidentes más simpáticos y cabales. Qué fácil y qué útil, decía mi abuelo Emilio, escuchar mucho y callar más. Creemos, por vanidad y amor propio, que nuestro compañerismo nos obliga a opinar, interpelar, trasladar nuestra experiencia y aconsejar sobre lo que nos cuentan, pero es un error craso; callándonos adecuadamente, dejándonos preñar de verborrea ajena, algún día seremos talla de girola.

Compartir el artículo

stats