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En memoria de César Álvarez

No por la sensibilidad recrecida ante el criminal COVID, que también, la pérdida de César Álvarez Flórez, que leo en LA NUEVA ESPAÑA en emocionada comunicación de sus nietos, me llega muy hondo.

Ebanista jefe municipal en mi tiempo de Alcaldía, cuidadoso en extremo, tuve por él afecto inconmensurable, aumentado si cupiese por nuestros gratos encuentros en la fiesta del Cristo de Cibuyo, Cangas del Narcea, a la que ambos éramos incondicionales, todos los primeros domingos agosteños.

Es cierta la anécdota que refiere su nieta de la instalación en Llanera de las tribunas para la multitudinaria misa de Su Santidad Juan Pablo II. Lo que pocos saben, y a César creo que nunca dije, es que amenacé con retirar su colaboración, considerada como fundamental, cuando, tras la visita discreta del magistral don Emilio Olávarri y otro señor canónigo, me advirtieron de que se acababa de comunicar al Vaticano la improcedencia de que el Papa, si su viaje se reducía a dos jornadas, se detuviera en Oviedo y la Catedral de San Salvador. No sé si fue ese argumento u otro de los empleados, pero Juan Pablo, contra el nefasto informe del P. Tucci S. J., luego cardenal, estuvo en la ciudad. Lo contaré en mis memorias antes de irme. Por cierto, las tribunas en La Morgal hubieron de levantarse y rehacerse un par de veces, con un gran esfuerzo extra de César y sus colaboradores, por problemas de visibilidad técnica y de retransmisión televisiva.

Otra anécdota que me sigue sobrecogiendo fue la caída de un negrillo a la vera del Reconquista. Con la ayuda de César y los suyos, y de la comunidad escolar del colegio de La Luna, hoy Dolores Medio, fuimos cortando el árbol en rodajas a las que colocábamos versos de Ángel González, Bousoño, Gamoneda, Víctor Botas, Pedro de Silva?

Después de mi cese municipal inopinadamente recibí en mi casa a César, que me traía un pequeño trozo de ese negrillo que había cuidado durante años pulimentándolo. Esa pieza del gran artesano que fue sigue a mi lado, junto a mi ordenador, cuando, con gran dolor, esto escribo.

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