La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crítica / Música

Nacho Vegas: un talento en cualquier formato

El cantautor gijonés repasa temas de toda su carrera en un concierto acústico

Hablar de Nacho Vegas como profeta en su tierra no haría justicia a lo que este músico significa dentro del panorama musical nacional. Es verdad que, en Gijón, como en muchas otras ciudades, cuenta sus conciertos por llenos; pero, más allá de su éxito, lo que destaca es su trayectoria y su capacidad para ir armando un cancionero propio que disco tras disco sigue sumando temas icónicos del momento, algunos ya himnos generacionales que el público no duda en corear a viva voz, imponiéndose incluso a la del propio cantante. Así sucedió el pasado jueves, en el concierto que el músico gijonés ofreció en la sala Acapulco dentro del ciclo Vibra Mahou con todo el papel vendido desde hacía días.

Era la primera vez que Nacho se subía a un escenario tras finalizar la larga gira de presentación de su último disco, "Violética" (2018). Lo hacía además en un formato acústico y sin la compañía de Luis Rodríguez (bajo) y Abraham Boba (teclados), centrados en su "León Benavente". Todo sonaba reducido, más íntimo y desnudo; el planteamiento del concierto era muy diferente a la contundencia a la que nos tiene acostumbrados Nacho Vegas cuando va con toda la banda. El jueves hubo más espacio para los matices, para el colorido tímbrico y los detalles, como un recital destilado en el que hasta el Coru Antifascista Al Altu la Lleva se redujo a media docena de voces. Echamos en falta sobre todo el sostén armónico del bajo, pero Manu Molina (percusión) y Joseba Irazoki (guitarras) se emplearon a fondo para que todo fluyera de manera natural.

El inicio del concierto fue toda una declaración de intenciones, "Lluz d´agostu en Xixon" arrancó sólo con guitarra y voz, y poco a poco se fueron sumando instrumentos para facilitar un caminar folk de la canción. Destacaron los arpegios de metalófono en "Los sabios idiotas" y la poderosa línea de guitarra que sostuvo los estribillos de "La pena o la nada", pero lo más notorio fue el buen entendimiento de todo el conjunto, como quedó patente en el peso y el avance contenido de "La voz tomada".

Sin duda, nada sonaría bien si las canciones no estuvieran bien armadas, y en eso Nacho Vegas es un maestro; su talento para hilvanar melodías y darles vida con la sutilidad de un hilo de voz queda patente en temas como "Ser árbol" o "Cómo hacer crac". Resulta asombroso comprobar la fuerza, a veces épica, y la carga dramática que adquieren los versos de estas canciones entonadas a sottovoce y en formato acústico, pero eso es parte del arte y del oficio de un trovador, y Nacho Vegas lo tiene. Hubo tiempo para viejas canciones, como los "Días extraños" que grabó en su día junto a Bunbury, y para una despedida por todo lo alto con "El hombre que casi conoció a Michi Panero", que el público coreó. En definitiva, fue un formato de concierto diferente, pero el mismo éxito, porque donde hay calidad y buenas maneras poco importan las formas.

Compartir el artículo

stats