Vicios privados, públicas virtudes. Dado que el coleccionismo es un vicio, una forma de redimirse puede ser compartirlo. El Guggenheim de Bilbao ofrece la oportunidad de ver lo más destacado de las seis colecciones privadas que dieron origen al museo del mismo nombre de Nueva York. En total se trata de más de un centenar de pinturas, esculturas y fotografías, a los que se suman una treintena de piezas más, donadas en 2001 por la Fundación Bohen. Como podrán suponer, no es cualquier cosa lo que se expone: obras de Kandinsky, Gris, Picasso, Mondrian, Delaunay y de los grandes impresionistas, Cézanne, Manet, Van Gogh, Seurat o Modigliani. Las seis colecciones permiten una buena visión de los orígenes del arte moderno. Las piezas de la Bohen ponen el contrapunto contemporáneo.

Solomon R. Guggenheim, que no pudo asistir a la inauguración del museo de la Quinta Avenida por haber muerto diez años antes, conservaba en su ático del Plaza «El violinista verde», de Chagall, uno de los cuadros que el visitante podrá ver hasta el 10 de enero en Bilbao.