Gijón, Elia IGLESIAS

Mientras todo el país se escandaliza por la subida del IVA, en las puertas de las tiendas se forman colas inmensas de gijoneses. Podría resultar una imagen atípica si no fuera porque han comenzado las rebajas.

Clientela, en su mayoría femenina, se pierde entre montañas de ropa, aunque no es raro ver a un hombre cargando con las bolsas de su mujer. «Tenía que estar todo todavía más rebajado», confiesa un marido resignado.

Parece que la ropa a la que no se le prestó atención se revaloriza durante las rebajas, todos están a la busca de un chollo. Isabel Fernández Gallego, madre de familia, reconoce: «Estamos hasta el gorro de tanta gente, pero mi hija necesita alguna cosa y por eso nos hemos decido a entrar».

Las compras espontáneas se imponen a la crisis, y es que a pesar de los enormes carteles que anuncian los descuentos son muchos los que afirman haber llegado a las tiendas por casualidad. Como Amelia Fernández, vecina de Gijón: «No sabía que hoy eran las rebajas, iba ahora para la playa de San Lorenzo y al ver tanta gente entré a mirar. La verdad es que hay poca diferencia entre el precio real y el rebajado, ojalá todo fuera una ganga»; a lo que su marido, Luis Rubio González, añade con cierto tono de desesperanza: «Me cansa estar aquí, es todos los años lo mismo».

Las tiendas abarrotadas abrirán durante unas semanas para ofrecernos descuentos sugerentes; sin ninguna duda, estas rebajas se convertirán en un termómetro que marcará el estado del bolsillo de los gijoneses y la paciencia de algunos maridos.