Gijón, J. L. ARGÜELLES

Rafael Escuredo (Estepa, 1944) presidió la Junta Andalucía entre 1979 y 1984. Abogado, perteneció al círculo sevillano que renovó el PSOE, al que se había afiliado en 1965. Después dijo adiós a todo eso y volvió a un viejo amor, la literatura. Acaba de publicar su tercera novela, «El blanco círculo del miedo» (Edhasa), que presentará el próximo jueves, «muy ilusionado», en la «Semana negra».

-Sitúa su relato en la vorágine de la España actual, la de las finanzas y la corrupción. ¿Por qué?

-He querido reflejar una zona de esa sociedad del mundo financiero llena de depredadores, gente sin escrúpulos, amoral y que sólo tiene el Norte del dinero. Es la parte oscura de ese mundo financiero, pero he tratado también de hacer una crítica social sin moralina, desde el desarrollo de unos personajes que forman parte de los sótanos de la sociedad española. Salvo algunas cosas, todo está sacado de noticias publicadas por los medios de comunicación: las mafias de la Costa del Sol, familias que aparecen asesinadas, ajustes de cuentas, las ramificaciones en la política... Hablo, asimismo, de esa connivencia entre políticos, policía o jueces.

-Si me permite la broma, le diré que ese mundo da más para una novela de terror que para una policiaca.

-Sí, es cierto que la realidad supera a la ficción. Estamos viendo cómo gente que hasta ahora manejaba el dinero de todo el mundo son depredadores sexuales, sin escrúpulos. ¿En manos de quién estamos?

-Es la pregunta de fondo, pero parece que preferimos eludirla a buscar respuestas.

-Normalmente, miramos para otro lado. Lo curioso es que la corrupción contamina y ha hecho de los ciudadanos sus cómplices. Es un fenómeno curioso ver, por ejemplo, cómo alcaldes corruptos se vuelven a presentar y logran mayorías absolutas. Ahí surge el movimiento del 15-M, que es como un aldabonazo.

-¿Qué le ha parecido la protesta de los indignados?

-Pues eso, un aldabonazo en la conciencia civil de la ciudadanía. Me parece muy útil y muy oportuno, aunque mi novela no trata de eso es, asimismo, otro aldabonazo mediante una historia que a mí me parece muy verosímil. La he querido contar con un ritmo fuerte, trepidante. Los personajes son víctimas de sus propios actos, de su conducta.

-Me dicen que el productor Juan Gona ha comprado los derechos de la novela para hacer una película.

-Así es. Ha sido una agradable sorpresa. Me encantaría que estuviera, el año que viene, en la pantalla grande. Hay ya movimientos en ese sentido. Me dice que es una novela muy cinematográfica, con mucho ritmo.

-El 10 por ciento de las novedades que se publican en España pertenecen al género policiaco. Es un dato que llama la atención.

-Yo creía que estábamos en el boom de la novela histórica. Puedo hablar de mi caso, y la novela negra me permite hacer una crítica social, contar lo que ocurre delante de nuestras propias narices. Me parece el género más instrumental, el que mejor facilita esa tarea; creo que me ha salido.

-¿Hay una novela policiaca española con características propias?

-El editor ha dicho que es una novela negra a la española, nada mimética. He querido describir la sociedad española desde la mirada de la policía, a la que pude conocer bien después del secuestro y asesinato de Anabel Segura. Mi aproximación es desde la experiencia, de haber visto cómo muchas veces trabaja desde la precariedad y la falta de medios. No he querido copiar modelos de novela anglosajona.

-Ha escrito novela, prosa periodística y también poesía. ¿Qué le interesa de la literatura?

-Me interesa todo, pero lo que más me gusta es la novela; es el género en el que mejor me siento. Escribí poesía de joven, pero no he vuelto a insistir.

-¿El contexto en el se desarrolla «El blanco círculo del miedo» se parece políticamente a la España en la que usted fue presidente de Andalucía?

-No, creo que no. Aquella Andalucía era aún la del subdesarrollo. La Costa del Sol sí había tenido un cierto desarrollo, pero sin alcanzar las cotas de ahora, tan desproporcionadas en la mayoría de los casos. La corrupción podía ser algo puntual. La complacencia nos hace mirar hacia otro lado y pensar que es parte ineludible del desarrollo, cuando considero que es algo a combatir. La literatura sirve, entre cosas, para denunciar, como demostraron los clásicos de la novela negra, desde Hammet a Ross Macdonald.

-¿Por qué abandonó la política y buscó la página en blanco?

-Fui uno de los llamados a vivir la transición política española. Como secretario de la Mesa del Congreso de los Diputados tuve la suerte de vivir la Constitución de la concordia y me tocó, también, sufrir la intransigencia. Hay una leyenda dorada de lo que fue la transición, pero fue terrible: más de cien muertos por ETA al año, el radicalismo de la extrema derecha, el 23-F.... Viví eso, pero nunca quise hacer de la política una carrera para toda la vida. Ya escribía cuando estudiaba en la Facultad de Derecho, así que al cerrar la etapa política y recuperar el estatus de abogado decidí que era el momento de retomar mi vocación literaria.

-¿Muchos de los males de la España de ahora se cocieron en los fogones de la transición?

-La transición se hizo con los mimbres que había. El magma del franquismo no pudo perpetuarse y la oposición vio como el dictador moría en la cama. Es fruto de esa doble frustración. Hubo un gran pacto nacional del que salió la Constitución, pero el tiempo origina vicios. Por eso son necesarias las actualizaciones y reformas.

-Fue uno de los socialistas de primera hora, del círculo sevillano de Felipe González y Guerra. ¿Le defraudaron?

-Bueno, la palabra no es «defraudar». Alimentábamos unas utopías, un sueño que la realidad impidió. Pero cabe decir que mi generación contribuyó a la modernización y transformación de una España rural en otra desarrollada.

-Las urnas están castigando a los socialistas.

-Cuando la gente vota, siempre lleva razón. En este caso es evidente que las razones de ese castigo tienen que ver con la enorme crisis que vivimos. La crisis se pueden manejar de muchas maneras y la gente ha entendido que hay otros caminos. Pero los que vienen no lo harán en plan beatífico; harán recortes.

«El movimiento del 15-M ha sido un aldabonazo en la conciencia civil» «Es una agradable sorpresa ver que Juan Gona compra los derechos de mi libro para hacer una película» «La transición política se hizo con los mimbres que había, pero son necesarias reformas y actualizaciones»