Llegaban los "Rolling Stones" con su enésima "última gira". Llegaban a El Molinón gijonés tras anunciar la gira europea en Miami. Andaban de despedida del tour americano con fiestas junto a Whoopi Golberg, Boo Diddley y otros amigos de la escena "stoniana".

Pero cuando llegó el día del anuncio de los conciertos europeos, allí estaban ellos, en un lujoso hotel de Palm Beach, ante decenas de periodistas de todo el mundo que esperaban el Gordo. Y el Gordo, el de España, salió para Gijón: "Será una gran fiesta para todos", dijo Mick Jagger cuando se le preguntó por qué Gijón.

Para ellos el respeto no va con ciudades, va con la afición. Además, quedaron encantados, incluso la muy bella Jerry Hall, esposa entonces de Jagger, se paseó y disfrutó de la playa con sus hijos.

Como ya se contó en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA, fue el año en que Bill Wyman aparcó su larga aventura con la banda; fue la gira ("Voodoo Lounge") en la que los "Stones" versionaban "Like a Rolling Stone", luego incluida en el disco directo correspondiente, "Stripeed". Y fue el año en que nos pegamos carreras por medio mundo intentando ver a Dylan y los "Stones" cantando la pieza. Finalmente ocurrió poco después de Gijón, en una de las sesiones de la gira francesa. Fue el año de los grandes efectos (la cobra y sus fuegos y demás elementos) y fue, en fin, el año en que los "Stones" entraron en Gijón, y Gijón entró en el mundo "Stones". Fue el día en que se oyeron canciones que forman parte no sólo de la historia del rock, sino de la vida de muchas generaciones. Aquella, evidentemente, no era la última gira, que algún día llegará, o no. Pero ese concierto de El Molinón será eterno.