Un día de verano es sinónimo de lleno hasta la bandera (azul) en Peñarronda. En una de las playas más concurridas del occidente asturiano, un elemento destaca a la vista sobre el resto: la roca que preside el centro de la playa, con forma de arco debido a la erosión causada por el agua a lo largo del tiempo, y a la cual se puede acceder caminando cuando baja la marea. Bajo el gran peñasco, una pareja de Luarca se fotografía sin parar. "Lo mejor de esta playa son las rocas, además hoy no hace viento", cuenta Antonio Pérez.

El agua cristalina preside esta playa de gran amplitud, que comparten los concejos de Tapia de Casariego y Castropol. La bajamar provoca que se creen muchos charcos junto a la zona de las rocas, donde tres hermanos juegan bajo la atenta mirada de su padre. Provenientes de Valladolid, se estrenan en esa parte del litoral del Principado. "Es muy grande y cuando volvamos a Asturias repetiremos en esta playa", afirma Toño Gómez. Muchas familias con niños acuden a Peñarronda. "Esta playa tiene de todo y a los pequeños les encanta", dice Miguel Herrero, que junto a su nieto Sergio, escarban entre las piedras en busca de algún pequeño molusco.

Debido a la cercanía de su comunidad, muchos gallegos se acercan para disfrutar de Peñarronda. Dos jóvenes de Ribadeo (Lugo), que vienen a esta playa desde que se sacaron el carnet de conducir hace unos años, intercambian un peloteo con las palas cerca de la orilla. "También es ideal para jugar al voley o al fútbol", detalla Germán Otero. Pero no sólo se hace ejercicio sobre la arena mojada. En el mar, varios niños se inician en el mundo del surf en los diversos cursillos que se ofrecen, acompañando a los practicantes habituales de este deporte. Kiko Torviso viene a menudo desde Galicia para coger olas: "Esta es la mejor de todas para hacer surf, sea verano o invierno. No es muy agresiva y es ideal para aprender", explica.

Sin embargo, para quien lleva acudiendo a esta playa toda la vida, la gran cantidad de bañistas pueden ser una molestia. "Para mí sigue siendo la mejor, pero hace 50 años éramos cuatro y se estaba mucho más tranquilo. Además, quitaron las dunas", afirma Emma Pormuy mientras pasea con su hija.