La pequeña Zoe Izquierdo, con apenas tres meses y medio de vida, fue muy probablemente la más joven de las cerca de 10.000 personas que se reunieron ayer en Luarca para celebrar San Timoteo. "El año pasado su padre y yo le pedimos al santo venir tres personas, en vez de dos, y aquí estamos. Parece que San Timoteo cumplió nuestro deseo", relata Lorena Fernández, la orgullosa madre que, junto con María José y Mónica, sus hermanas, acude cada año desde Madrid para vivir una tradición familiar inculcada desde la cuna por un padre oriundo de la parroquia valdesana de Paredes.

Zoe es una de los muchos pequeños que acuden al prao ataviados con el típico chambrón -una suerte de mandilón que se ha convertido en la prenda oficial de la fiesta- y el inseparable bastón. Esta vestimenta hace aún más especial una de las romerías más familiares y multitudinarias del verano en el Principado. Así lo atestigua Roberto Garrandés, de la peña Ranón, que este año cumple un cuarto de siglo. "Esta es una de las pocas romerías que persisten, aunque cada año se está masificando más y más. Eso sí, la gente que viene como si fuera a cualquier otro lado es muy distinta a los que estamos aquí en el prao de siempre, siguiendo con la tradición de la romería como se hacía antes: una barrica de sidra y a juntarse desde el niño hasta el abuelo", asegura.

Con Garrandés coincide el luarqués Alberto Rodríguez, quien disfruta con su familia del ambiente "más tranquilo" de la mañana, antes de la "masificación" que sufre la tarde. Rodríguez asegura llevar "toda la vida viniendo. Es un día de mucha alegría, la gente tiene muchas ganas de disfrutar. Lo más bonito es el momento en el que se le canta el cumpleaños feliz al santo." Ese instante al que hace referencia Rodríguez es uno de los más especiales de la fiesta, cuando, tras la misa oficiada en la ermita, cuatro portadores sacan a San Timoteo de su emplazamiento habitual "para que tome un poco el aire, le dé el sol, aunque sea una vez al año, y no se nos apolille", comenta jocosamente José Manuel Alba, de la Cofradía de San Timoteo. Así, desde la puerta de la iglesia, el santo se da cada año un baño de masas, mientras el público le aclama entre cánticos de "cumpleaños feliz", "es un muchacho excelente" o los himnos de Luarca y del propio santo.

Juan Díaz, uno de los cuatro elegidos para portar al santo en la procesión, explica el proceso de elección. "Es una decisión que toma el presidente de la cofradía en relación a unos méritos previos. En mi caso, se estimó oportuno por haber realizado las labores de mantenimiento de la capilla, pintándola sin coste alguno para la cofradía", argumenta Díaz. Al igual que José "El Oso" y los hermanos Marcelo y Román Suárez, sus compañeros en la tarea, "no puedo estar más orgulloso por el gran honor que supone".

"Hay muchas personas que vienen solo a beber y que no aprecian la tradición de la misa o los cánticos al santo. Cada vez viene más y más gente, pero eso también quiere decir que tienes más fama", afirma Alejandro Santos, junto a su perro Zuko. "Hay más de 80 autobuses confirmados ", asegura Alba. "O sea que la fiesta está asegurada desde buena mañana, con el desfile de las peñas desde Luarca hasta el prao, y hasta que el cuerpo aguante".

Para muchos la fiesta empieza bastante antes. "Vinimos el domingo y dormimos en un prao, en un saco. Antes aguantábamos los cuatro días, pero ya no hay fuerzas para tanto. Nuestro plan es beber hasta que se acabe y luego a la orquesta, a seguir pasándolo bien", relata Jaime López. "Llevo toda la vida viniendo. De pequeña, me tenía que obligar mi padre a venir y ahora ya lo hago por mi propio pie con mis amigas. Es la mejor fiesta de Asturias: se juntan las charangas, los chambrones, el cumpleaños? Tiene muchas peculiaridades que la hacen única", destaca Irene Guzmán, con la que coincide Adrián García, "para mí es el mejor día del año", destaca este joven romero.

"Es una de las romerías más bonitas de Asturias. Mientras podamos, vamos a seguir viniendo", sentencia Elvira Loiacono, una argentina casada con un valdesano que, desde hace 30 años, acude cada año a una fiesta que, como el santo, siempre cumple.