Preparadas en sopa, gelatinas, tortilla, pizzas o potaje. Éstos son algunos de los modos en que pueden saborear las algas, un alimento cuyo consumo está ampliamente extendido en países como Japón o Corea y cuya industria productora está iniciando sus pasos en Asturias. Desde 1998, el Centro de Experimentación Pesquera (CEP) de la Dirección General de Pesca del Principado trabaja en el estudio de este tipo de cultivo. Los resultados obtenidos hasta el momento han demostrado que esta práctica puede asentarse perfectamente en la costa asturiana.

La idea de cultivar algas en Asturias surgió a finales de los noventa en el CEP. «Al principio se cultivó una especie de alga roja denominada "Palmaria palmata". Después probamos con el "Wakame" ("Undaria pinnatifida"), una especie alóctona que hubo que abandonar por discrepancias con Medio Ambiente», señala Eva María Llera, jefa del departamento de algas del CEP, la cual advierte que «a día de hoy se trabaja con el "Konbu azucarado" ("Laminaria saccharina") y con "Ramallo" ("Collum vermillara")».

El cultivo de algas es rentable y los riesgos asumidos son similares a los generados por cualquier práctica agraria. Los parques de cultivo se tienen que ubicar en una zona arenosa y donde haya unas condiciones hidrodinámicas adecuadas para que haya nutrientes. «Es requisito indispensable buscar puntos concretos donde no se interfieran playas o puertos y donde no haya fuentes de contaminación. Lastres es idóneo», puntualiza la científica del CEP.

La orografía de la costa asturiana imposibilita en gran medida la implantación de esta industria. «La costa de Galicia es más favorable», matiza Llera. De todos modos, el cultivo de algas cuenta con dos bazas a su favor: la estructura de los parques es muy sencilla y las algas crecen rápidamente, lo que permite obtener varias cosechas anuales.

El sistema de cultivo recibe el nombre de «free living» y consiste en extraer el alga del mar para después obtener sus semillas, que serán sembradas en aguas abiertas durante el invierno y la primavera. «En el laboratorio del IEO, sito en Santander, se consiguen, por separado, gametofitos masculinos y femeninos. Tras juntarlos, se obtienen las semillas en condiciones de luz, temperatura y nutrientes idóneas. Cuando los individuos alcanzan un tamaño de unos diez milímetros se llevan a mar abierto y se pulverizan sobre unos cabos», explica Eva María Llera.

La sencillez del cultivo contraste con la poca difusión con que cuentan las algas en los fogones de España. El consumo de este tipo de alimento es un gran desconocido de la cocina española a pesar de que tiene propiedades antioxidantes, antimitóticas, antirreumáticas, antiinflamatorias y se emplea para tratar problemas de tiroides o de obesidad. Por si esto fuera poco, apenas contiene glúcidos y sacia el apetito sin engordar. Cabe decir al respecto que en Japón se consumen 75 especies diferentes.

Los empresarios Javier Antuña y Pedro Víctor Estébanez han decido tomar parte en esta nueva opción que se abre para el sector primario asturiano. Su empresa, Algas de Asturias, ha sido la primera del Principado en obtener una concesión para desarrollar un cultivo de esta naturaleza, concretamente en Lastres. «Tenemos previsto empezar en verano. En Galicia ya se está haciendo y es una actividad rentable. Es sólo cuestión de voluntad», enfatiza Antuña, el cual considera que «puede ser un refuerzo para la actividad pesquera».