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La luz que baña a Tintoretto

Venecia apura las celebraciones por el aniversario del nacimiento de uno de sus grandes pintores con las exposiciones del Palacio Ducal y de la Academia

La luz que baña a Tintoretto

Venecia es más hermosa después de la lluvia, en esos inviernos como el verano de Eliot, with a shower of rain. Entonces se convierte en el decorado romántico final de la gran ópera que es la vida: el Tiziano se extingue allí después de su Desprendimiento, el Tintoretto con San Marziale, Verrocchio con el Colleone. Crecí oyendo que Venecia se hundía. "A veces, intento hacerme mala sangre imaginando que Venecia muere antes que yo, que se hunde sin haber expresado finalmente nada de su rostro en el agua. Hundiéndose no en los abismos, sino unos cuantos pies bajo la superficie. Sobresaldrían sus chimeneas crónicas, sus miradores, donde los pescadores echarían el anzuelo, su campanile, refugio de los últimos gatos de San Marcos. Unos vaporetti inclinados bajo el peso de los visitantes sondarían la superficie donde se diluye el fango del pasado. Unos turistas señalarían con el dedo el oro de algún mosaico, entre cinco pelotas de waterpolo flotantes: las cúpulas de San Marcos", escribió hace ya tiermpo Paul Morand.

A Venecia la acompañan las letras. De hecho, como dejó escrito Predrag Matvejevic, "es más fácil clasificar los jardines y las flores que crecen en ellos que los libros sobre esta ciudad". Joseph Brodsky, que resposa en el cementerio de San Michele, añadió: "En este lugar puede derramarse una lágrima en distintas ocasiones. Asumiendo que la belleza consiste en la distribución de la luz en la forma que más agrada a la retina, una lágrima es el reconocimiento, tanto de la retina como de la lágrima, de su incapaz de de retener la belleza. En general, el amor llega con la velocidad de la luz; la separación, con la del sonido". Shelley, Stendhal, Browning, J ames, Cocteau, Byron, Proust, Ruskin, Mann, Pound, Hemingway, entre otros, escribieron sobre Venecia. Byron decía que Venecia es la máscara de Italia que, según Ana Ajmátova, "es un sueño que vuelve durante el resto de tu vida".

Venecia es la máscara de Italia por lo que esconde que no es menos que lo que exhibe, y que como es obvio no se encuentra a la vista. No está en la Plaza de San Marcos ni en el puente del Rialto, una especie de Brooklyn Bridge infestado de tenderetes y de turistas; ni en las terrazas del Quadri, donde Wagner escuchaba su propia música; ni en el Florian, el café que fundó en 1720 un tal Florian Francesconi y que frecuentaron Goldoni, Goethe y Casanova, además de Gasparo Gozzi, Foscolo, Canova, Shopenhauer, Rubinstein, la Callas y Silvio Pellico, entre otros notables. Los secretos cobran vida en los paseos al atardecer por el Campo San Polo, en Cannaregio Norte o en Santa Croce. En las ocultas bodegas o embarcándose hasta la isla de Pellestrina que cierra la laguna al sur del Lido. O refugiándose del mundo exterior en la iglesia de San Zacarías, donde se puede tocar el cielo con los dedos observando la Virgen con el Niño en el retablo del gran Giovanni Bellini.

Los secretos están también en las pinturas del Tintoretto que a simple vista deprenden la energía que siempre tuvo su autor. Artista renacentista y experto retratista, audaz y experimental, autor de escenarios de dramas teatrales, el pintor veneciano Jacopo Robusti, más conocido por el nombre de Tintoretto, vuelve a encarnar la fascinación veneciana cuando se cumplen quinientos años de su nacimiento con dos grandes exposiciones antológicas y su presencia en otros lugares y galerias de la Serenísima. "Tintoretto 1519-1594", en el Palacio Ducal, supervisada por Robert Echols, Frederick Ilchman y Gabriella Belli, remonta la carrera del pintor hasta los años de su afirmación artística, a través de 5 0 pinturas y 20 dibujos prestados por los grandes museos internacionales, junto con los realizados para el propio palazzo entre 1564 y 1592 y que se pueden ver en su ubicación original. Abierta rhasta el 6 de enero, el precio de la entrada es de 13 euros y conviene reservar para no tener que guardar colas. El arte de Tintoretto obtuvo rápido reconocimiento en Venecia, donde recibió encargos de clientes privados, instituciones, iglesias y cofradías. Fueron los años en que el pintor experimentó con nuevas técnicas estilísticas e iconográficas, basándose en su hábil uso de la luz y el efecto escénico. Sin embargo, chocaba con el estilo de pintura ya consolidado de Tiziano.

En la Galería de la Academia, también hasta Reyes, otras 60 obras recorren los primeros años de la actividad del artista con la exposición "El joven Tintoretto", supervisada por Roberta Battaglia, Paola Marini, Vittoria Romani. Es la década desde 1538 , los años de actividad de Tintoretto en San Geremia, hasta 1548 , el año de su primera obra pública, "El Milagro de San Marcos" o del esclavo, para la Scuola Grande di San Marco. No existe un escenario mejor que Venecia para celebrar el aniversario de nacimiento del Tintoretto. Veneciano nato, el pintor logró impresionar con su rasgo dinámico, consolidando su talento entre sus contemporáneos y convirtiéndose en una fuente de inspiración para los grandes artistas del siglo XX. Las exposiciones del Ducal y de la Academia son el resultado de una sinergia entre las instituciones venecianas y las obras de arte prestadas por los museos italianos e internacionales: la National Gallery, de Londres; la Royal Collection, el Museo Victoria y Alberto, etcétera. El Prado contribuye con cinco obras, entre ellas "Judit y Holofernes" y "El rapto de Helena". El Kunsthistorisches, de Viena, con "Susana y los viejos", y el Staatliche Museen, de Berlín, con el imponente retrato de Giovanni Mocenigo. Otras pinturas provienen de Estados Unidos : de Chicago a Nueva York, de Filadelfia a Washington.

No es un mal momento para culminar el año en una ciudad que se sobrepone como puede a su grandioso decorado.

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