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El reto de ser madre con párkinson

Eva Suárez, profesora de la Universidad de Oviedo, quedó embarazada de Sergio un año y medio después de que le diagnosticaran la enfermedad

Ser madre después del párkinson

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Ser madre después del párkinson Pablo Álvarez

La ovetense Eva Suárez Álvarez, profesora de Contabilidad en la Facultad de Economía y Empresa, quería bajar peso. Antes de iniciar la dieta se sometió a una serie de análisis que dieron unos resultados alarmantes. Así supo, con sólo 39 años y un hijo de 5, que sufría párkinson. Lo que entonces no podía imaginar era la odisea que el destino le tenía preparada, y que incluiría la llegada a este mundo de Sergio cuando ella ni se planteaba que podría ser madre de nuevo. Ahora, con 43 años y una dosis notable de coraje, Eva Suárez relata su historia reciente.

"Todo empezó en 2014, cuando decidí ponerme a dieta. Las cifras de los análisis parecían descabelladas. Los repitieron. En esas mismas fechas comencé a notar los primeros síntomas: empezó a fallarme una pierna al caminar, también la mano al escribir, de manera que mi letra fue haciéndose muy pequeña... Al ser profesora utilizaba mucho la escritura. Mi médico de cabecera pensaba que sería esclerosis múltiple, quizá porque yo era joven. Pero yo, no me digas por qué, tenía clarísimo que era párkinson.

"En la consulta con la neuróloga lo determinante fue lo que me preguntó al final: '¿Tienes olfato?'. Muchos enfermos de párkinson pierden el olfato y, efectivamente, a mí también me había sucedido. Luego tienes pesadillas terribles, duermes muy mal.

"En seguida acudí a la Asociación Párkinson Asturias. Me lo aconsejó una prima que también tiene una enfermedad degenerativa. Yo siempre fui muy extrovertida, y no me resistí. Me ayudaron mucho. Después del diagnóstico viene el momento más difícil: asumirlo. Difícil para ti y para los tuyos. Tienes que asumir que no es como romperte una pierna y saber que vas a curarte. Con el párkinson no te curarás. Así de claro. Quienes peor lo pasaron fueron mis padres. A tu marido lo obligas a que lo acepte: en mi caso, la ayuda de Alejandro es imprescindible.

"Después del diagnóstico, notas que te vuelves un poco egoísta. Como te ves un poco jorobado, piensas en ti y no tanto en lo mal que lo pasan los demás. Los que mejor lo llevan son los críos.

"Mi médico de cabecera me recomendó coger la baja, pero yo quise seguir un poco más para no dejar a la gente tirada. Además de dar clases estaba en un proyecto de investigación, formaba parte del Consejo de Gobierno de la Universidad, del comité de empresa? Me movía mucho. Yo seguí trabajando en un primer momento, e intenté seguir haciendo cosas, pero en ese verano tuve una etapa de mucho estrés y me afectó mucho. El estrés es terrible para el párkinson. Después del verano cogí la baja. Me relajé, me tranquilicé? y tiempo después me quedé embarazada.

"Yo pensé que, por la medicación, que es muy fuerte, me había venido la menopausia. Fue una sorpresa. Tenía 41 años y me parecía factible. Con el primer crío, Pelayo, había tardado muchísimo en quedarme embarazada.

"Del embarazo me enteré a principios de enero de 2016. La incertidumbre la llevo fatal. Me compré el test de embarazo en una farmacia. En cuanto llegué a casa lo comprobé. A mi marido no le dejé ni respirar.

"En el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) estuvieron muy pendientes de mí. Me llevó el doctor Óscar Vaquerizo. El problema que tenían los médicos era que apenas había precedentes. Me cambiaron la medicación, me dieron la más básica, la que produce menos efectos secundarios. Los médicos me dijeron que me pensara si quería seguir con el embarazo, pero yo pensé: 'Si este crío quiere venir, quién soy yo para negárselo'. Tuve un embarazo bueno, aunque con vómitos y cosas así. Di a luz el 21 de agosto de 2016. Lo que era impensable sucedió: después del párkinson... nos llegó Sergio.

"Mis dos partos han sido con cesárea. Los dos pesaron más de cuatro kilos y son grandotes. Son muy buenos, comen muy bien, se portan muy bien, gracias a Dios. Pero el pequeño es muy inquieto, un terremoto. Tiene casi 20 meses. El mayor, que cumplirá 9 años en octubre, me ayuda mucho con el pequeño. Estoy en una fase difícil, muy cansada. Los cambios de tiempo nos afectan mucho.

"A los enfermos de párkinson nos sucede a menudo que en la caja del supermercado nos ponemos muy nerviosos. Nos cuesta abrir la cartera y encontrar el dinero, y nos ponemos muy nerviosos. Mi hijo mayor avisa a los demás clientes: 'Oye, que mi madre va, pero va despacio'. Lo que peor llevamos es que alguien nos diga: '¡Espabila!'. Yo no se lo tolero a nadie, ni que nadie se lo diga delante de mí a otra persona enferma.

"Mi madre me ayuda mucho, pero con el pequeño me cuesta más. Como ahora no tengo olfato, mi marido me dice: 'Cámbiale tú los pañales'.

"La enfermedad tiene muchos picos. En el mismo día hay momentos en que estás bien y momentos en que estás mal.

"El próximo julio cumpliré 44 años. El párkinson te cambia la vida. El carácter me cambió mucho. Antes tenía mucha paciencia, y ahora no. Es como que no puedes controlarte. También es verdad que a las chorradas no les das mucha importancia. Por ejemplo, ahora para preparar la primera comunión del mayor me lo tomo con calma. Pero en otras cosas pierdes un poco el control de ti misma.

"Antes yo iba a tope, como suele ser la vida ahora, y de golpe tuve que pararme. Como no puedes correr, te fijas más en las cosas, tienes otra visión de la vida completamente distinta. Es el lado bueno, aprecias más las cosas, quitas importancia a lo material y valoras más la familia y demás. No puedes planear muchas cosas. También tienes miedo a que la enfermedad avance. Hay gente en la que se estabiliza durante 15 o 20 años. ¡Esa es mi esperanza! ".

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