"Fui a hacerme unas pruebas porque me detectaron un bulto en un riñón pero cuando llegué el médico me dijo a cara de perro que tenía un linfoma. Me quedé parado, en ese momento te pinchan y no sangras", explica Francisco Javier Estapé. Ni la quimioterapia ni el trasplante de médula sirvieron para tratar su enfermedad así que cuando le propusieron una terapia experimental no tuvo dudas. Viajó a Barcelona para someterse a la terapia en el Vall d'Hebron, paradójicamente su esperanza para "volver a nacer", estaba en su ciudad natal. "Cuando te dicen que no hay más alternativas te pasas una semana llorando pero luego te dices basta. Yo tenía claro que aunque a mí no me funcionase por lo menos el tratamiento podía servir a otros". El tratamiento funcionó y los únicos efectos secundarios que tiene Javier son los derivados de los largos ciclos de quimioterapia. Ahora espera que su terapia se aplique en Asturias para que puedan beneficiarse mas pacientes. "El problema es el precio pero yo estoy aquí gracias a la sanidad pública por eso pido que no haya recortes en esto", reclama.
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