Da fe Antonio Fueyo, vicerrector de Investigación de la Universidad de Oviedo, de que la repercusión mediática que tuvo el pasado verano la investigación de la medusa inmortal fue «tremenda». Tanta que «hasta la agencia china nos llamó». Y es que lo que logró un equipo de Carlos López Otín es de trascendencia mundial: descubrir las claves de la inmortalidad descifrando el genoma de una medusa diminuta, de cuatro milímetros, que puede retroceder en el tiempo y volver a su estado infantil, a ser un pólipo. Pero tan sorprendente es el hallazgo como el camino que trece científicos de Asturias emprendieron para llegar hasta aquí, hasta el reconocimiento que ayer les rindió LA NUEVA ESPAÑA con la entrega del premio «Asturiano del mes» de agosto. El galardón reconoce el papel que juega el estudio en la búsqueda de mejores respuestas para hacer frente a enfermedades relacionadas con el envejecimiento, como el alzhéimer o el cáncer. «Ahora sabremos más de ellas», aseguraron los investigadores