Interrumpido por los disparos, Makar, de siete años, muestra lo que queda de su casa gracias, dice, a los soldados rusos. Cuatro años tiene Alisa, que desde su búnker sueña con volver a casa. Como ellos, 100 mil personas permanecen en la asediada Mariúpol. Una ciudad que agoniza, pero que no se rinde ante Rusia. Ayer Ucrania rechazaba por completo el segundo ultimátum de Putin. Tenían hasta la una de la tarde, hora de Moscú, para entregarse, pero de nuevo, Mariupol decidía resistir.