A Isabel II se la conoció como la monarca "inmortal", por su capacidad de mantenerse firme ante los numerosos retos que se encontró a lo largo de su vida. Nunca se la vió perder la compostura, ni siquiera en los momentos más difíciles de su reinado. Y siempre hizo gala de un estilo tan discreto como característico. Hasta encontrar ese look que le hizo única, la Reina pocas veces falló. Siempre elegante. A veces atrevida. A veces excesiva, si así obligaba el guión. El suyo era ese guardarropa donde no había colores malditos. Todo cabía.