Miles de seguidores del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro han asaltado con violencia el Congreso nacional y las sedes del poder ejecutivo y del Tribunal Supremo, a escasos metros unas de otras, en Brasilia, la capital del país. Las escenas recuerdan, paso a paso, la ocupación por la fuerza del Capitolio hace dos años, en Washington, Estados Unidos, por parte de fanáticos del expresidente Donald Trump. La protesta, que ha desbordado a las fuerzas de seguridad, pretende derrocar el gobierno legítimo de Lula da Silva. Una turba enfurecida de “bolsonaristas” invadieron primero la sede del Congreso Nacional para después asaltar la sede presidencial y la Corte Suprema brasileña, es decir, los tres poderes del Estado. Lo han hecho en el transcurso de una manifestación en Brasilia en la que han pedido una intervención militar para derrocar al presidente legítimo del país, Luiz Inácio Lula da Silva, investido presidente hace solo una semana. Los sucesos en Brasil están resultando un calco a lo ocurrido en Estados Unidos hace dos años. Presidente de extrema derecha que pierde su reelección en las urnas; que no reconoce la victoria de su rival y cuyos seguidores terminan asaltando el Congreso. El tercer capítulo de lo que parece ya una maldición política en los dos gigantes del continente americano lo han cumplido los seguidores de Bolsonaro. Como en su día en el Capitolio, la turba ha campado a sus anchas por las instalaciones, sin que la policía pueda, hasta el momento, frenar los destrozos ni expulsar a los exaltados. Es más, a tenor de algunas imágenes, algunos miembros de las fuerzas de seguridad asistían con pasividad incluso con complacencia a los desmanes de los bolsonaristas.