Los consumidores que acuden a las 'flagship' se encuentran con espacios más diáfanos y ordenados, sin burros de ropa llenos a rebosar ni prendas apelotonadas por los mostradores. Ese caos ha quedado relegado a las rebajas. Los dependientes se apresuran a recolocar los artículos que los consumidores miran, tocan y cogen. Sin embargo, ahora tienen un poco más de ayuda.