El fuego convierte en zona catastrófica la sierra de Bejís. La Comunidad Valenciana es una de las quince comunidades, salvo Asturias y Cantabria, con lugares que han quedado arrasados por causas naturales o por la acción humana. Desastres que han alterado la vida de los vecinos y donde ahora los ayuntamientos esperan las ayudas que permitan restablecer la normalidad devastada. Pero también hay que mejorar la capacidad de respuesta para adaptarse a un riesgo, cada vez, mayor a causa del cambio climático: "Este año hemos tenido una serie de incendios no habituales debido a las tres ondas consecutivas de calor y, sobre todo, a la sequía", cuenta Juan Picos, ingeniero forestal. Este ha sido el peor verano de los últimos diez años con 120 incendios, cincuenta de ellos grandes incendios que han arrasado 250 mil hectáreas. Fuegos con mucha energía capaces de generar pirocúmulos, nubes de humo que llegan a capas muy altas de la atmósfera y al derrumbarse generan una expansión del incendio descontrolada, errática y muy difícil de prever. Un reto evitar que el fuego vuelva a ser una amenaza descontrolada.