Aibo tiene forma de perrito, con las orejitas respingonas y un rabo que se mueve cuando se le pasa la mano por el lomo. Lo que ocurre es que el lomo es metálico, no hay pelo, y los ojos brillan y se mueven cuando Cati Rosa, de la compañía Casual Robots, le toca la cabeza. Aibo se mueve y hace ruidos de gusto con el contacto físico, pero no tiene vida, es un robot, y ni siquiera se llama así, ese es su apodo comercial, el que le puso Sony. La misma compañía que hace unos años decidió de dejar de actualizar su sistema operativo, provocando un enorme drama en Japón donde estos perrillos gozaban de una enorme popularidad. Se crearon entonces cementerios para despedir a la mascota virtual y Sony reculó. Aibo fue una de las estrellas ayer en el vestíbulo del Palacio de Congresos del Calatrava en la feria «Oviedo Tech», un festival para exaltar la robótica que, según los expertos, irá colonizando los hogares, los trabajos y la calle más pronto que tarde. Era como una ventana al futuro en la que todo el mundo quería acariciar a Aibo.