Fernando Álvarez, "Cañón" se ha marcado la silueta de un crespón en la parte trasera de la cabeza. Es un símbolo de luto por el Suroccidente asturiano y asegura que lo lucirá hasta que el Ministerio de Transportes rehaga el puente de La Barrosa, que sólo tiene diez años pero ha tenido que ser derribado por defectos constructivos. Sin puente en Salas no hay paso a la primera calzada de la autovía que facilitaba la subida a La Espina, así que han desviado a todos por la tortuosa y maltrecha carretera nacional, “la vieja”, que cruza el pueblo. Un salto al pasado que tiene en pie de guerra a la comarca suroccidental. “¡Ay mi madre, qué pinta!”, se mira Cañón sin admirarse. Para que resalte el crespón, el tinte va vistiendo de negro el pelo blanco de este tinetense de Villatresmil que se ha convertido en el símbolo del profundo enfado que recorre el Suroccidente asturiano desde que, primero, el pasado abril, un argayu cortase la carretera nacional en Casazorrina (Salas).
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