La manzana asturiana, la más cara de Europa, con una cotización de 35 céntimos/kilo en las variedades de alta calidad, es el gran negocio pendiente del campo asturiano. El lagarero Samuel Trabanco, de Lavandera (Gijón) el mayor elaborador de sidra de Asturias, lo considera la única alternativa al declive de la ganadería. Reputadas voces del sector sidrero reclaman un relanzamiento del cultivo del manzano para cubrir la demanda regional, forzada por la escasez a completarse cada año con fruta importada de Polonia o Francia y de regiones como Aragón o Galicia. "Pero si queremos que toda la sidra se haga en Asturias, debemos ajustar los costes", matiza el lagarero Manuel Riestra, propietario de Sidra Muñiz, en Tiñana (Gijón).

La producción de sidra en Asturias alcanza 70 millones de litros anuales. La mitad es espumosa y la otra mitad natural o de escanciar. A pie de lagar, la botella cuesta 60 o 70 céntimos. En el bar sube hasta 2 o 2,20 euros. Si es de denominación de origen o de manzana seleccionada, puede llegar a 2,60 euros. Alrededor del 70 por ciento de las manzanas que se utilizan en los llagares son foráneas. Proceden de la República Checa, Francia o Irlanda, a lo que hay que añadir la importación directa de zumo de manzana de Alemania.

Es fácil de entender. Una tonelada de manzana asturiana le cuesta al lagarero 340 euros en la pomarada. La misma cantidad llega de Polonia a 240 euros, ya servida y lista para pasar al lavadero. Riestra cuenta con seis hectáreas en producción y otras nueve plantadas. Su objetivo es llegar a veinte y abastecerse en un cuarenta por ciento con producción propia. "Ahora compro lo que me falta a través de la cooperativa Campoastur y también traigo algo de fuera", reconoce el lagarero.

Pero los empresarios del sector no se resignan y sostienen que una hectárea de manzano supera en rentabilidad a la de viñedo riojano, revestido de un prestigio mundial del que carece la fruta autóctona. Argumentan que una hectárea de manzanos de poda en eje vertical, con variedades autóctonas produce unos 30.000 kilos, a un precio de 35 céntimos, lo que arroja un saldo de 10.500 euros de los que deben deducirse gastos de recogida y tratamientos fitosanitarios. Esa misma hectárea en los viñedos de La Rioja aporta 7.500 kilos anuales de uva que se vende a unos 80 céntimos, lo que da lugar a 6.000 euros, menos los gastos, en el caso de las vides más elevados. Quedan 3.500 euros a favor del manzano. Además, la tierra riojana es más cara que la asturiana. Una hectárea en la región vitícola cuesta 60.000 euros, en Asturias se compra por 10.500, según los datos de cotización del Ministerio de Agricultura. El caso es que si el viento sopla a favor de la manzana autóctona, muchos se preguntan por qué el sector agrario se empeña en navegar contra él. Manuel Riestra lucha por romper la tendencia. "La mejor manzana del mundo es la asturiana. Porque es un producto adaptado y estamos acostumbrados a ese perfil de sidra. Hay variedades por el resto de España y Europa similares, pero la asturiana es la mejor", explica.

"El mercado mueve al año 80 millones de kilos, y un año bueno producimos 30 millones", refrenda. Ante el manzano se abren dos caminos: seguir el actual de producir poco y caro, o cubrir la demanda y bajar las tarifas, sin que eso signifique dejar de ganar dinero. Los productos de gama alta, manzanas y también fabas de la granja, se venden como el buen paño, casi sin salir del arca, pero la gran demanda la cubre el producto foráneo.

Y no sólo eso. Varios cultivadores de manzana de mesa en Aragón y Cataluña consideran más interesante cosechar manzana de sidra porque aporta más ganancia. "Con la manzana de mesa la merma es muy alta, porque las piezas deben cumplir unos requisitos de tamaño", comenta Riestra. La conservación en cámaras frigoríficas también encarece el proceso.

La estructura minifundista del campo asturiano obstaculiza el desarrollo de grandes plantaciones profesionalizadas. Se cuentan con los dedos de la mano. El Grupo Trabanco, uno de los elaboradores de la marca sidra de manzana seleccionada, es el lagar con mayor superficie de producción propia de manzana, con más de 100 hectáreas repartidas entre Lavandera (Gijón). Sariego y Mieres.

La otra gran pomarada del Principado, se ubica en La Rebollar, Sariego, y es propiedad de la familia Masaveu, que comercializa la sidra con el nombre de llagares Valverán. El terreno cuenta 84 hectáreas, unas 40 de ellas plantadas. Samuel Trabanco está convencido de que el cultivo de manzana es la única alternativa al declive de la ganadería.

Asturias alberga 10.324 hectáreas de pomaradas, la mayor parte de ellas en el centro de la región, en los concejos de Villaviciosa, Gijón y Siero, según recoge la Cartografía del Manzano realizada por el Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio de la Universidad de Oviedo (Indurot) en 2006. Villaviciosa, con 2.232 hectáreas, es el concejo que tiene mayor superficie cultivada seguido por Gijón, con 1.128, y Siero, con 757. Degaña y Yermes y Tameza son los que menos, con poco más de una hectárea cultivada. Existen un total de 56.417 plantaciones dedicadas a este tipo de producción. Ni sombra de lo que fue el pomar asturiano.

A principios del siglo XX, se recogían 100.000 kilos de manzana. La industrialización trajo aparejado el descuido de los manzanos, de forma paralela a un desprestigio social de la sidra considerada una "bebida de aldea". En la actualidad, y ligado al repunte del consumo que cala fuerte entre los jóvenes, la manzana quiere emprender el camino de vuelta a los buenos tiempos. Para ello tendrá que buscar nuevos horizontes. Una posibilidad de expansión son las bebidas de botellín, que arrasan en Europa y Estados Unidos. "No nos cerramos a nada", apunta Riestra.