Una nota diferenciaba a Asturias del resto de las regiones españolas a la hora de levantarse contra el francés, y era precisamente su Junta General. «A finales del Antiguo Régimen, los Borbones, con los decretos de nueva planta, habían acabado con las instituciones de la Corona de Aragón. Las únicas regiones que tienen instituciones propias en aquel momento, con más o menos capacidad de gobierno, son Navarra, las provincias vascas y Asturias», señala el historiador Francisco Carantoña.

Sin embargo, «Navarra y las Vascongadas estaban ya ocupadas por los franceses en aquel momento, en Pamplona y San Sebastián; y las provincias vascas eran el punto desde el que habían partido las tropas hacia el interior de España. Allí no pudo haber sublevación y sus instituciones no pudieron desempeñar el mismo papel que la Junta General del Principado, adonde no llegaría el ejercito francés hasta el año siguiente».

Además, se había producido una gran coincidencia histórica: «La Junta General está reunida precisamente en mayo, pues le tocaba cada tres años. Entonces, el pueblo exige a la Junta una gran responsabilidad y, ante la presión popular, el día 9 de mayo, adopta las primeras decisiones».