Una conocidísima caricatura de Sigmund Freud nos enseña que el ojo sólo ve lo que le han enseñado a mirar y muchas veces obvia lo evidente. Al primer golpe de vista, ese dibujo parece el rostro del vienés que inventó el psicoanálisis. Pero al segundo vistazo los rasgos faciales se transforman en una mujer desnuda, mullida, libidinosa. Lo que era ceja de Freud ahora es pubis. Lo mismo ocurre con el logotipo de Foro Asturias: primero parece un montonín de seis cabezas de hormiga -insecto emblema de la formación por su laboriosidad-, pero si el ojo repara en los huecos en blanco entre el equipo de hormiguinas, al instante vuelan tres gaviotas del PP en bandada. O en desbandada, según se mire.

Esta ilusión óptica que causa el logotipo fue, justamente, el mejor reflejo de lo que ayer ocurrió en el restaurante La Campana de Pruvia, donde Francisco Álvarez-Cascos fue elegido, en congreso fundacional y por mayoría abrumadora, candidato a la Presidencia del Principado. Primero se veía una cosa, pero la realidad luego fue otra: por la mañana, la militancia presente votó por mayoría que quería limitar los mandatos de sus dirigentes y que quería designarlos mediante elecciones primarias entre las bases. No en vano, el líder se había marchado a portazos del PP por falta de democracia interna, tras reclamar un congreso para que las bases decidieran. Era, pues, el momento de alumbrar un partido «diferente».

Sin embargo, cuando Cascos tomó ayer la palabra a las cuatro y media de la tarde, cuando ya había sido propuesto como candidato y empezaba a caminar por la alfombra roja rumbo a la coronación, cerró el grifo asambleario. Anunció que no estaba dispuesto a celebrar primarias como las del PSOE y que para establecer limitaciones al mandato de los líderes de FAC habría que abrir una «reflexión». Y reflexionando, reflexionando, se preguntó si no sería mejor que los votantes decidieran cuándo apear a los líderes del poder. Para qué poner puertas al campo.

Si le querían, ésas eran las condiciones. Al menos ayer no les engañó. Como en el dibujo de Freud, lo que era gozoso pubis democrático matinal, de repente aquello se transformó en la original y ceñuda ceja casquiana. Aunque el congreso natal de Foro Asturias coincidiera con el arranque de las celebraciones del Carnaval, Cascos resulta más difícil de disfrazar que E.T.: es y será el «general secretario» que fuera del PP. Luego le votaron en tromba y echó a andar un partido político al uso. De los de toda la vida.

Ah, la democracia. El aroma floral de la utopía se respiraba por la mañana en el congreso de FAC. Antes de llegar a La Campana se veían coches aparcados en las cunetas, como en las romerías. Eso, la fiesta de la democracia. Eran las horas para el debate de las enmiendas a los estatutos, muy asambleario todo. Nacía una nueva fuerza política. En una sala, con acceso a la prensa, mil cien militantes. En otra, sin acceso a la prensa, como una especie de zona vip, unos ochenta y otras 620 sillas vacías. Allí estaba Álvarez-Cascos, al que pinchaba una cámara de vídeo para mostrar a las bases a través de una pantalla gigante qué votaba el líder en cada enmienda a tratar. Parecía una conexión con el Olimpo, pero el monte de los dioses estaba, aunque no lo pareciera, en el piso de abajo. A su lado, siempre María Porto, que lució durante el congreso mucho «merchandising» del hormiguero.

«En democracia es básico ser demócrata», sentenció inapelable el militante Emilio Noval Rodríguez, que salió a defender la decimosexta enmienda, donde pedía que, entre los derechos de los afiliados, figurase la posibilidad de asistir «con voz y voto» a todos los congresos del partido, que lleva las iniciales de su líder, FAC. Quería elección directa de sus representantes, nada de un sistema de compromisarios, que son «la herramienta de la mordaza», dijo. La mesa del congreso, donde estaba la que luego sería elegida directiva del partido, se opuso. Argumentó el abogado Gonzalo Botas: dijo que las listas abiertas conducen a un «equipo ingobernable». Lo mejor, compromisarios. «No nos anquilosemos, no nos cerremos la posibilidad de funcionar mejor». Hora de votar. Enfocaron a Cascos: papeleta roja. «No» a eso de «un hombre, un voto».

Más suerte que el promotor de la enmienda número 16, tuvo el militante José Manuel Peliz Iglesias, ex presidente del Centro Asturiano de Oviedo, que consiguió, contra el criterio de la mesa, la aprobación de su propuesta para que FAC estableciera un sistema de elecciones primarias. También se salió con la suya -segunda votación que perdió la mesa- Germán Heredia, quien logró que una mayoría (la mayoría que estaba presente a esa hora, la mitad de los que por la tarde acudieron a votar al candidato) respaldase su enmienda para limitar a 8 años la estancia en el poder de los militantes de FAC. La mesa, de nuevo, echó el freno: «La medida está bien para los malos, pero no podemos limitar a aquellos que lo están haciendo bien».

En la mañana en la que se redescubrió la democracia, la asamblea votó lo que quiso -la mayoría lo que la mesa opinaba-, pero también algunos expusieron sus temores -muy aplaudidos, por cierto- a salir de Guatemala (léase la partitocracia, la falta de democracia interna del PP, etcétera, etcétera) para meterse en Guatepeor : «¿Sólo cabe la obediencia ciega?, ¿esto es un partido o una plaza sitiada?» o «tiene que haber listas abiertas, ya acabamos de caciques hasta la coronilla». Pero eso ocurrió todo antes de ir a comer ensalada de pasta y sandwich, cuando aún aguantaba el día. Luego, ya por la tarde, cuando FAC fue propuesto para presidir FAC, chispeaba y había un nubarrón sobre la zona que daba auténtico pavor.