Oviedo,

Vicente Gotor Santamaría (Calatayud, Zaragoza, 1947) ha vivido una semana intensa. Como rector de la Universidad de Oviedo y a punto de cumplir su tercer año de gobierno académico, ha tenido que hacer frente a la manifestación de estudiantes más numerosa de la última década. Un toque de atención que, asegura, tendrá respuesta. Aunque lleva más de 40 años dedicado con pasión a la química, afirma que dejará la carrera científica «poco a poco». Tranquilo al saber que «quienes vienen detrás, los doctores a los que he formado, son mejores». Por eso no descarta repetir como máxima autoridad de una institución que en septiembre cumplirá 403 años de historia: «Queda mucho por hacer».

-¿Qué sintió al ver el patio del edificio histórico repleto de estudiantes pidiendo más calidad y recursos para la Universidad?

-Me sorprendió mucho el número de estudiantes que hubo, no tanto que protestaran, tal y como está la Universidad de Oviedo y el conjunto de universidades españolas a raíz de la aplicación del «plan Bolonia». Cuando se diseñaron los nuevos grados adaptados al Espacio Europeo, el Principado se comprometió a que cada año habría treinta nuevas contrataciones, pero luego nos dijeron que era «papel mojado». Con estas palabras.

-¿Han tenido tiempo de reflexionar sobre la trascendencia de la manifestación del pasado miércoles?

-Me parece bien que protesten con respeto, como lo han hecho, si consideran que la calidad es baja. No hay que criticar más, sino trabajar juntos para mejorarlo: si yo fuese estudiante, a lo mejor también habría estado en la manifestación.

-¿Cómo se materializará el compromiso que adquirieron con los alumnos tras la manifestación?

-Llegaremos hasta el final con las contrataciones, para evitar la masificación en los grupos, aunque ahora mismo sólo hay una clase con más de cien alumnos, en Pedagogía. Me he comprometido al cien por cien a hacer un esfuerzo, a solucionar los problemas que esté en mi mano.

-Los estudiantes afirman que, si los problemas continúan, volverán a la calle.

-Estoy dispuesto a reunirme con ellos cada mes, cada dos meses, cuando ellos quieran, para que me expongan los problemas de cada centro y cada titulación. También es cierto que hay profesores que incitan a los alumnos a manifestarse y después no cumplen dando las clases correspondientes, y que algunas facultades no reconocieron que necesitaban nuevos grupos. Las guías docentes tienen que cumplirse, son la hoja de ruta: los alumnos deben reclamar que sea así.

-¿Cómo va a conseguir aumentar la plantilla docente en la actual situación económica? ¿Caben nuevas formas de contratación?

-El Principado y Comisiones Obreras hicieron un flaco favor a la Universidad al suprimir la figura del profesor sustituto. Ahora nuestra intención es aumentar las plantillas de profesores ayudantes doctores y contratados doctores. También ha habido protestas porque hemos contratado a muchos profesores asociados. No es la mejor solución, pero son muy útiles en áreas donde las necesidades no llegan más allá de un año. Mucha gente no se da cuenta de que hay solapamiento de planes, las licenciaturas y los grados, y que dentro de dos años sobrarán profesores en áreas donde ahora hay necesidad.

-¿Qué expectativas tiene la Universidad ante el cambio político que traerán las elecciones?

-No sé quién va a ganar, pero voy a ser leal a cualquier presidente, sea del color que sea. Las reivindicaciones de la Universidad serán las mismas para todos: tener un plan plurianual que nos dé estabilidad económica, que «Bolonia» no puede implantarse a coste cero, y que necesitamos una plantilla de investigadores, como la que han hecho en Cantabria, para que nuestros excelentes investigadores no emigren. No soy un hombre de confrontación, pero hay cosas que tengo que reivindicar.

-A usted le tocará discutir al menos un presupuesto con el sucesor de Areces antes de las próximas elecciones al Rectorado. ¿Volverá a presentarse?

-No es el momento de abrir ese debate, aunque está claro que en cuatro años no da tiempo a hacer todas las cosas que tenemos pensadas. Cuando llegue el momento, diré públicamente cuál es mi decisión.

-Hay profesores que se han sentido ofendidos ante la insinuación de que se prejubilan para evitar trabajar más a causa de las exigencias del «plan Bolonia».

-No ha sido mi intención. Sé que algunos docentes se han enfadado, quizá porque han sacado conclusiones que son falsas. He sido respetuoso con todo el mundo, pero les pido perdón si se han sentido ofendidos. Esta prejubilación es muy generosa, del cien por cien, pero no incluye derecho a despacho ni a teléfono. Sé que en algunos departamentos hay problemas porque siguen ocupando su despacho. Incluso algunos se jactan de que el resto tiene que dar clase y ellos no. Eso, como comprenderá, no se puede permitir.

-¿El plan de prejubilaciones con incentivos seguirá adelante?

-Me gustaría mantenerlo dos o tres años más, pero dudo que podamos jubilar este año a todos los que lo han solicitado. Si algunos de los que cumplen los criterios tienen que quedarse fuera, tendrán su oportunidad el próximo año, pero aún no hemos negado nada a nadie.

-¿Las jubilaciones favorecen a los jóvenes que viven de las becas FPU, para formarse como profesores universitarios?

-Si hay áreas en las que hay necesidades urgentes, los becarios FPU podrían contratarse como ayudantes doctores. En áreas más exigentes, mi consejo es que estén dos años en el extranjero y después concursen a un contrato «Ramón y Cajal». Cada año se convocan entre 12 y 16 plazas y sólo se cubren tres o cuatro.

-Ante las expectativas de la Universidad española quizá prefieran quedarse fuera.

-Algunos sí, pero otros no. Hay muchos que quieren volver, sobre todo en áreas como química, biología y geología. Si tuviésemos una plantilla de investigadores, habría sitio para todos. Mientras tanto, dependemos de las necesidades docentes.

-¿Qué objetivos se marcan para el segundo año como campus de excelencia internacional? ¿Qué resultados tienen que verse?

-Tendría que aumentar nuestra visibilidad internacional, y ver si hemos sido capaces de atraer más alumnos extranjeros. También desarrollar el centro de posgrado, y que los «clusters» logren acciones concretas. Se trabaja mucho, pero nos falta concreción, resultados.

-Favorecer la relación entre la Universidad y las empresas ha sido una de las claves del último año, pero durante la manifestación los estudiantes criticaron este proceso.

-Es un error de los alumnos. Recuerdo que ya hace dos años estudiantes de Medicina muy brillantes criticaban la relación entre la Universidad y las empresas farmacéuticas. Yo les dije que pensaran en que si la Universidad no hiciese investigación con la empresa no se desarrollarían nuevos fármacos.

-Quizás esa relación sea más difícil verla desde las Humanidades.

-Las Humanidades tienen cabida en todas partes. Para mí todas las áreas son iguales. Eso sí, hay que ser buenos en ellas.

-¿Le sorprendió la detención del ex consejero de Educación, José Luis Iglesias Riopedre, en la «operación Marea» contra la corrupción? ¿Qué sintió?

-Extrañeza. Al ser un tema que está «sub iudice» no voy a comentar nada más. Que la justicia haga su trabajo. Ojalá salga todo bien.