Gijón, E. LAGAR

Omar Bin Laden visita estos días Asturias para trabar una red de alianzas con empresas asturianas, la mayoría de ellas relacionadas con el sector de la construcción. Su objetivo es constituir un nuevo grupo empresarial que en el plazo de un año y medio esté en condiciones de facturar 1.000 millones de euros en distintos proyectos de construcción en Qatar. Omar Bin Laden es el cuarto hijo de Osama Bin Laden, el terrorista fundador de Al Qaeda. Admite que, evidentemente, no puede renunciar a su origen biológico, pero ni quiere hablar ni que se le relacione con las actividades de su progenitor. Su vocación entronca más con el perfil de su abuelo, el jeque Mohammed Bin Laden, ya fallecido, y fundador en 1950 de un conglomerado empresarial con más de 350.000 empleados hoy. Él plantó la semilla de una fortuna familiar fabulosa, la segunda más importante de Arabia Saudí. Su amistad con el monarca saudita, Ibn Saud, le facilitó los contratos más relevantes. De hecho, fueron los Bin Laden quienes restauraron los lugares santos de la Meca y Medina.

Omar Bin Laden, de 32 años, es un tipo corpulento, con un parecido extraordinario con su padre y un lento mirar. Se toca con una gorra de pico de pato, marrón; lleva vaqueros rotos y botas marrones. Americana negra. No se ven marcas de moda visibles. Lleva el pelo muy corto, pero en internet hay imágenes suyas con melena, chupa de cuero, rockero. En su país, en cambio, viste la túnica y el pañuelo tradicional, la «cufiyya». Allí, con tratamiento de jeque, es el presidente de la división qatarí del Bin Laden Group, con 300 empleos directos y miles indirectos. Durante estos días pone en marcha en Asturias su nuevo proyecto: un nuevo grupo con socios españoles (la mayoría de ellos asturianos) para construir en Qatar, un país que tiene previsto invertir 158.000 millones de euros en diez años. Se está edificando un mundo del siglo XXI sobre un desierto para acoger el Campeonato Mundial de fútbol en 2020 en Doha. Y bajo esa planicie polvorienta, el petróleo que lo alimenta todo. Es el paraíso de la liquidez económica.

Omar Bin Laden quiere aprovechar esta oportunidad de negocio y sabe que si algo saben hacer los empresarios españoles es construir. Ha sido la especialidad de la economía nacional en los últimos años. Por eso se vino a España, pero ¿por qué Asturias? La clave está en Miguel Ángel Sanjuán, el director de operaciones internacionales del Qatar Bin Laden Group, un gijonés formado en dirección de empresas en Estados Unidos que lleva un año trabajando con este empresario saudí. «Hay que tirar un poco por Asturias», dice Sanjuán, que en colaboración con su socio José Manuel Díaz Villa tiene la consultora Villamassan, que es la encargada de canalizar los contactos entre Bin Laden y los empresarios asturianos.

Esta aventura empresarial ya ha dado su primeros frutos. A principios de verano, Omar Bin Laden firmaba un acuerdo con Fernando Rodríguez Valledor, de la constructora asturiana Coprosa, para poner en marcha el BC Group, participado al 51 por ciento por el empresario árabe y al 49 por ciento por los asturianos.

Omar Bin Laden no quiere adelantar nada sobre nuevos acuerdos alcanzados con empresas asturianas para unirse a la febril actividad constructora qatarí. «Estamos manteniendo conversaciones con varias empresas», apunta Miguel Ángel Sanjuán. Por ahora, se han entrevistado o tienen previstos encuentros además de con Coprosa con Duro Felguera, Contratas Iglesias, el grupo Feito o gráficas Rigel. En algunos casos han visitado obras desarrolladas por algunas de estas compañías asturianas. En los próximos días viajarán a Madrid para tener encuentros con otras tres firmas. Osama Bin Laden se deshace en elogios acerca de «la elevada cualificación» de las compañías asturianas que está conociendo y que está eligiendo «muy cuidadosamente» para aliarse con ellas. Él aportará los contactos y la presencia en Qatar, y las compañías asturianas, su experiencia.

«Estoy centrado en la construcción», responde cuando se le pregunta por la relación con su padre. No quiere hablar y, además, no tiene precisamente el cuerpo de jota. Cuando atiende a LA NUEVA ESPAÑA, en un hotel a escasos metros de la playa de San Lorenzo de Gijón, sufre una gastroenteritis que le tiene pálido y le obliga a interrumpir la charla un momento. Han sido muchos días de comidas de negocios. Comer y comer en Asturias, deporte que practican con fruición los visitantes, le ha pasado factura. Su director de operaciones internacionales, Miguel Ángel Sanjuán, asegura que a Bin Laden le encanta Asturias. «El otro día, cenando, me suelta: "Me voy a mi país". "¿Vuelves a Qatar?". "No, a Asturias", me dijo».