«Cada persona es un mundo» o eso nos gusta decir, pero parece que la izquierda rancia e inmovilista de este país considera que los jóvenes tienen que ser como un bloque monolítico que a la hora de formarse, como mucho, pueden gustar más de las ciencias o de las letras. No cabe que un chaval no quiera seguir estudiando de codos, que se le dé mejor lo manual que lo memorístico, ni cabe que le pueda gustar o motivar más un oficio o una enseñanza más técnica que el Bachiller, o que se le pueda atragantar estudiar porque no maduró, porque es inquieto o porque pasa por un bache emocional. No, no y no, para la izquierda si no optas a ser universitario, mejor te quedas en ser un fracasado y un excluido, cualquier cosa antes que estudiar FP porque según ellos eso es una «vía de segunda».

¿Que por qué digo esto? Porque entre los miles de agravios que la izquierda denuncia de la LOMCE -esta ley que amenaza su sacrosanto poder sobre el sistema educativo- está la parte que pretende mejorar, modernizar y dignificar la Formación Profesional, lo que según ellos es fomentar un sistema «elitista» «clasista» y, por supuesto, «segregador».

¿En concreto? No les gusta que la LOMCE pretenda adelantar la elección de trayectorias a partir de 3.º de ESO -14 años-, aunque esté demostrado que reduce el abandono y el desempleo juvenil al reconocer las diferentes aptitudes de los estudiantes y permitir optimizar el desarrollo de sus capacidades, a pesar de que en países de nuestro entorno inmediato como Austria se permite la elección a partir de los 10 años; en Alemania y Países Bajos, a los 13; en Italia y Gran Bretaña, a los 14, y en Francia, a los 15. Tampoco les gusta que ofrezca trayectorias flexibles, voluntarias y reversibles con «pasarelas» entre diferentes programas que hagan más transitable el sistema educativo y permitan ajustar mejor la respuesta a las necesidades y preferencias de los alumnos, sin que suponga un camino sin retorno. Ni les parece bien que se creen los nuevos ciclos de FP básica de dos años, que incluirán bloques de comunicación, ciencias sociales o ciencias aplicadas, y que una vez superados supondrán la obtención del título de técnico profesional básico que permitirá el acceso a los ciclos formativos de grado medio y la posibilidad de obtener el título de graduado en ESO tras realizar la evaluación final, así como una cualificación de nivel 1 del catálogo nacional de las cualificaciones profesionales. Esto, además de regular la FP Dual entre otros aspectos.

No, no les gusta que tratemos de romper con su cliché perverso de que la FP no es tan digna como puede serlo el Bachillerato. Un mensaje nefasto y falso que nos lleva a que sólo un 8,4% de nuestros jóvenes haya optado por la FP de grado medio, frente a un 33,5% de la OCDE, a pesar de que está demostrada la alta tasa de empleabilidad directa que supone esta vía.

No les gusta... Lo consideran «elitista» y «segregador». Y es raro, sí. Bastante raro, porque a mí me parece bastante más «segregador» dejar a uno de cada cuatro jóvenes fuera del sistema, sin estudiar ni una cosa ni otra. Y sin duda me parece mucho más «segregador» dejarles en la calle sin recursos formativos para hacer frente a su futuro laboral y personal. ¿Acaso para la izquierda es preferible que un joven quede excluido y sin estudios a que se convierta en un profesional capaz de valerse, tener unos ingresos y hacer lo que le guste, incluido el acceso a la Universidad si es que luego quiere porque cambió de idea, se sosegó y maduró o simplemente desde su nueva perspectiva descubre tener un nuevo interés? No lo puedo creer, no de la izquierda, no... eso sería lo más «elitista» del mundo, y ellos representan -o al menos eso predican- lo contrario. Claro que también predican la libertad y la democracia y luego no quieren permitir a los demás elegir centro... En fin.