Oviedo, M. L. S.

El terreno donde se quiere reabrir la mina de oro de Salave, en Tapia de Casariego, está libre de contaminación y se sabe gracias al trabajo de 40.000 abejas. A estos insectos, en realidad, la labor de investigación que se les encomendó hace meses les resultó del todo sencilla: simplemente tuvieron que tirarse un tiempo recogiendo polen de las flores de la zona y produciendo miel. El análisis posterior de estas muestras determinó que, efectivamente, el entorno de Salave mantiene los niveles normales de metales contaminantes como el mercurio, el magnesio, el plomo o el titanio. Es decir, que no hay mayor infección en el suelo elegido por la empresa Astur Gold para reactivar una mina que, por otro lado, cuenta con el rechazo de gran parte de la población de la comarca occidental.

Este método de estudio medioambiental, que tiene como protagonistas a las abejas, es idea del Fondo para la Protección de Animales Salvajes (FAPAS) y se enmarca dentro del convenio de colaboración establecido entre la empresa y la asociación conservacionista que preside Roberto Hartasánchez. Además, es barato: el informe completo cuesta aproximadamente 300 euros.

El proyecto se puso en marcha hace más de un año. En julio de 2012, FAPAS instaló en la parcela de trabajo dos colmenas con 40.000 abejas y las dejó trabajar. Se trataba de dos núcleos de insectos recién reproducidos, homogéneos y sin miel, requisitos indispensables para garantizar que la cantidad fabricada en las semanas sucesivas tuviera únicamente los nutrientes recogidos del suelo de la zona a estudiar. La labor de los insectos duró dos meses, hasta septiembre, cuando personal del organismo introdujo en las colmenas una suerte de cajones para recoger el polen y proceder a su análisis. El resultado fue positivo: los niveles de los materiales existentes en el suelo y susceptibles de ser dañinos era normal y no revestían peligro. «Es una fórmula rápida y eficaz, ya que la información que proporcionan las abejas, al estar en contacto permanente con la vegetación, es muy real», explicó Hartasánchez sobre la iniciativa.

A través de este procedimiento, el objetivo de FAPAS, y por extensión el de Astur Gold, es vigilar el impacto que tendría la explotación aurífera en el entorno tapiego. La idea de la empresa, no obstante, es que el proyecto perdure en el tiempo y que las abejas continúen trabajando en la zona para reforzar así el control de vigilancia medioambiental que han establecido para medir la influencia que tendría su actividad. Una línea sobre la que también está de acuerdo Hartasánchez, que ha manifestado en varias ocasiones la importancia de incidir en este tipo de estudios: «Es la oportunidad de que Asturias tuviera un modelo sostenible de explotación minera».

El proyecto de la mina de oro de Salave mantiene dividida a la población: unos ven en ella una buena posibilidad de relanzar el empleo en la región mientras que otros creen que la explotación contaminará y resultará nociva para el paisaje. El Principado permite la extracción del oro, pero no su tratamiento ni las escombreras. La empresa, de momento, busca alternativas a esta decisión. El gobierno regional se basa, principalmente, en un informe negativo de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, que alerta de ciertos riesgos medioambientales en caso de llevarse a cabo.