La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Principado estudia el uso de pelotas de goma para alejar a los osos de los pueblos

Asturias prepara, junto a otras seis comunidades, un protocolo de manejo de ejemplares problemáticos con ruidos para evitar que se acerquen a la gente

Un oso cruza la carretera del Connio, en Muniellos.

Asturias estudia, junto con otras seis comunidades de España y el Ministerio de Medio Ambiente, un protocolo de manejo para osos problemáticos destinado a aquellos ejemplares que son más tolerantes a la presencia humana y que puedan aparecer con cierta asiduidad por los pueblos. El documento, que fue discutido en una reunión celebrada a mitad de marzo y que todavía está en proceso de elaboración, incluye, en su primera versión, la posibilidad de disuadir a los plantígrados disparándoles pelotas de goma "que son dolorosas, pero que no hieren al animal" para alejarlos de las poblaciones y modificar su comportamiento.

Esta medida ya se utiliza en otras zonas oseras de Europa, lugares que han sido tomados como referencia para crear unas pautas de actuación que reúnen otra serie de prácticas disuasorias como los ruidos, sirenas, los gritos o el ladrido de perros. El objetivo final es evitar que los animales se conviertan en "familiares" y se acostumbren "sin remedio" a los humanos, como ocurrió hace meses con la osezna "Molinera", que tuvo que ser trasladada al cercado de Santo Adriano tras su reiterada presencia en las calles de Degaña, una vez fracasada su reintroducción en la naturaleza.

El primer borrador del texto se debatió hace poco más de un mes en una reunión a la que asistieron representantes del Ministerio de Medio Ambiente y de las comunidades afectadas (Asturias, Galicia, Cantabria, Castilla y León, Navarra, Aragón y Cataluña), además de distintos expertos de entidades especializadas. Este primer documento, que está pendiente de revisión, propone distintos métodos para deshabituar a los animales de los humanos, como es el caso de las pelotas de goma o el uso de petardos cuando se aproximen a las poblaciones, pero no incide, según varios expertos consultados, en aspectos preventivos tales como la precaución a la hora de organizar avistamientos oseros, carreras por el monte o el control de basureros en los pueblos.

De hecho, la primera versión del texto, que también contemplaba la posibilidad de retirar a un animal en caso de que fuera "excesivamente conflictivo", será ampliamente enmendada en un segundo texto que se está ultimando y que recibirán, tanto las comunidades autónomas como los expertos, en los próximos días. "El objetivo es evitar que los osos tengan cualquier interacción negativa con los humanos. Si eso pasara, la especie perdería el apoyo social que ha costado lograr", apunta Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo (FOP), una de las entidades que participan en la supervisión de una idea que surge precisamente de la estabilidad que presentan actualmente las poblaciones oseras en la cordillera Cantábrica.

Actualmente se estima que hay entre 200 y 220 osos en toda la Cordillera, unos 180-190 en la parte occidental y 30 en la oriental, una cifra que "debe" ir a más y que puede facilitar el encuentro entre osos y humanos. "Tener un protocolo así es muy necesario, porque permitiría a las distintas administraciones actuar con rapidez cuando aparezca un bicho de este perfil", añade Palomero.

Javier Naves, biólogo asturiano e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), considera que la elaboración de este documento exige de momento una reflexión mucho más profunda. Cree que es importante dejar claro qué es un oso problemático ("lo que es problemático aquí puede no ser problemático en los Pirineos") y también incidir más en los aspectos paliativos: "Es muy difícil corregir o condicionar el comportamiento de un animal. Es muy difícil hacerle entender que lo que está provocando es algo malo", sostiene Naves, que también advierte de que, paralelamente, se debería reflexionar sobre si determinadas actividades como el turismo osero o las carreras por el monte estarían favoreciendo un posible conflicto entre osos y personas.

Roberto Hartasánchez, presidente del Fondo para la Protección de Animales Salvajes (FAPAS), no cree que este protocolo sea ahora necesario: "Nunca hemos tenido problemas con osos, no hay datos históricos, eso no quiere decir que no los haya de manera puntual. La Administración está diseñando rutas de montaña y, efectivamente, eso facilitará que algún día la gente se encuentre con osos".

Compartir el artículo

stats