La meta de Benjamín Fernández es optimizar los beneficios de la actividad física para la salud. Este profesor, con una amplia trayectoria en disciplinas como el ciclismo o el esquí, formó parte del equipo de especialistas que acaba de ganar el Premio de Medicina Deportiva de la Universidad de Oviedo con una investigación para desvelar que los ejercicios de fuerza, como levantar pesas, robustecen el sistema inmunológico; mientras que los de resistencia, como correr largas distancias, lo debilitan. Una constatación que servirá para mejorar los entrenamientos de los profesionales y, además, ayudará a modular las defensas de cualquier persona si recibe una adecuada prescripción. "El deporte es como una pastilla que previene y trata enfermedades", señala el facultativo.
Fernández desarrolló buena parte de su carrera pegado a deportistas de élite como médico de equipos de piragüismo, de ciclismo (los extintos Mapei-GB o Clas-Cajastur) y de la Fedeación de Deportes de Invierno, durante los Juegos Olímpicos de Salt Lake City. Pero regresó a la Universidad en 2005 para impartir asignaturas vinculadas a su especialidad. Y, en paralelo, continuar con su intensa labor científica sobre actividad física orientada al rendimiento y la salud. Fruto de estos trabajos fue su reciente participación en la investigación para comprobar las consecuencias del ejercicio físico en la modulación de la respuesta inmune, que ejecutó junto a Carlos Larrea, Marco Moro, Rebeca Alonso y Manuel Rodríguez.
Los especialistas vacunaron contra la gripe a una veintena de remeros españoles. Después, sometieron a la mitad de ellos a un entrenamiento de fuerza durante varios días. Y, a la otra mitad, a ejercicios de resistencia. "Observamos que la respuesta a la vacunación era diferente. En el primer caso, aumentaba. Mientras que, en el segundo, disminuía", comenta el médico. "Esto no quiere decir que los ejercicios de resistencia sean perjudiciales, todo lo contrario, ya que previene, muchas enfermedades. E, incluso, pueden ser positivos en el caso de que haya una elevada carga inmune y sea conveniente reducirla", matiza.
El médico ha participado recientemente en otro trabajo sobre actividad física y envejecimiento (junto a su colega Ana Coto y al bioquímico David de Gonzalo) que ha constatado la gran importancia del deporte como freno de posibles patologías, especialmente en edades avanzadas. "Descubrimos que las personas de más de 65 años que realizan ejercicio crónico, es decir, habitualmente, tienen una respuesta inflamatoria atenuada. Es decir, el ejercicio tiene un efecto antiinflamatorio", asegura Fernández. Lo que significa que atenúa la respuesta a muchas patologías de tipo cardiovascular, nervioso o metabólico. "Crea una base que previene muchas enfermedades", aclara.
Esta filosofía guía también el último proyecto en el que ha participado el profesor, en colaboración con el biólogo Álvaro Fernández, del equipo del bioquímico Carlos López Otín. Los científicos han realizado, durante los últimos meses, un experimento con ratones: varios modificados en laboratorio para quitarles el gen de la autofagia (que favorece la capacidad del organismo de reciclar las células) y otros "normales". Los roedores fueron sometidos a ejercicios tanto de resistencia (correr sobre una cinta) como de fuerza (subir una escalera con un peso en su cola). Y las primeras conclusiones no se han hecho esperar.
"Comprobamos que los ratones normales mejoran su fuerza en un 46 por ciento, mientras que los modificados lo hacen apenas a la mitad, pero muy por encima de uno normal que no hace nada", explica Fernández. Una conclusión de gran relevancia para comprender el comportamiento de los humanos ante el deporte. "La actividad física debe ser tenida muy en cuenta para la prevención y el tratamiento de enfermedades, porque es clave desde muchos puntos de vista", dice. "La medicina deportiva no crea patentes. Pero, por contra, puede conseguir efectos positivos inmediatos en mucha gente", remata este líder de su especialidad.
