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Familias que viven de Cáritas y organizan comuniones como si fueran millonarias

Los voluntarios de la Iglesia asturiana relativizan la polémica de los trajes de primera comunión y critican la dejadez familiar

Juan José Llamedo, ayer en Gijón, junto a un grupo de catequistas. JUAN PLAZA

"El problema no son los niños ni los jóvenes, sino muchas familias que delegan funciones que les corresponden. Te dicen: ¿Eres el catequista? Pues entonces ahí te va el guaje".

Lo dice el delegado de catequesis del Arzobispado de Oviedo, Juan José Llamedo, que participó ayer en Gijón en el Día del Catequista, que reunió a unos doscientos formadores de parroquias de toda Asturias, voluntarios que dejan en "relativa" la polémica suscitada esta semana con los llamados trajes de comunión tras la carta del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes cuestionando esas vestimentas. "Que vayan como quieran" pero "controlando el buen gusto", dicen los catequistas. Alguien apunta la posibilidad de que desde la propia jerarquía se marquen las normas de vestuario "como ocurre en otras religiones", aun aceptando que aquí cualquier decisión al respecto generará debate.

Arzobispo y párrocos reclamaban el jueves una contención en el despilfarro de muchas de las primeras comuniones. Hosteleros y comerciantes pedían ayer en LA NUEVA ESPAÑA libertad para que cada familia "elija su modelo de fiesta".

"Es una batalla que para nosotros no es ni mucho menos esencial", explicó Juanjo Llamedo en su intervención en el salón de actos del colegio Corazón de María de Gijón, donde se celebró la jornada. "No se trata de lo que los niños lleven puesto, sino de que lleguen a la comunión sabiendo la importancia de ese momento".

Sobre los excesos festivos hay testimonios de catequistas para todos los gustos: "hemos visto familias que dependen todo el año de Cáritas y que, de repente, celebran la primera comunión de un hijo como si fueran millonarias".

"Es que la comunión la entienden algunos como un mero rito de paso", explica Llamedo. Una cita social. Bautizo, comunión, confirmación (algunos) y boda (también algunos). Y en medio de todas estas etapas, desaparición total.

En algunas parroquias asturianas se vive estos días una situación incómoda. Niños que se quedan sin la ceremonia porque sus padres no se han preocupado en tres años en llevarles a la catequesis. "Mire, salvando todas las distancias, es como si unos padres apuntan a un niño a un club de fútbol, no lo llevan a un solo entrenamiento y después exigen al entrenador que juegue los partidos", señala una catequista participante en la reunión anual.

Una reunión que sirvió para mostrar algunas de las preocupaciones del colectivo. "Cada vez vamos a necesitar catequistas más especializados", señalaba el delegado episcopal de liturgia, José Luis Vázquez, que anunció un "plan de formación de agentes" de la diócesis, que incluye a los catequistas. Hay censados más de 4.700 en toda Asturias.

Otro reto es involucrar más a las familias. "Sobre todo a padres y madres. Constatamos que el apoyo se recibe más de los abuelos", dice la catequista de la parroquia ovetense de San Isidoro Charo Loy.

Tercer reto: que los niños sigan en la catequesis después de la primera comunión. "Yo siempre les digo a los niños: vosotros termináis el tercer curso de Primaria y vuestra familia os matricula en el curso siguiente. Pues con la catequesis pasa lo mismo. Y los niños se quedan con la boca abierta", explica Charo Loy. No es fácil evitar la idea de que la primera comunión es el punto final de la catequesis, que bien podría ser entendida como algo parecido a una "actividad extraescolar".

En el mes de mayo harán este año su primera comunión en Asturias unos 4.300 niños, según cálculos del Arzobispado. Los catequistas auguran que este año habrá menos traje de marinero y más atuendo "civil": pantalón gris y chaqueta azul. El traje de primera comunión de las niñas permanece inalterable.

En la jornada de debate de ayer en Gijón se habló también de la catequesis para adultos y del catecumenado de familia. "Es el futuro", piensa el delegado episcopal de catequesis, Juan José Llamedo, que fue el encargado de explicar las líneas maestras del proyecto. Para empezar, debe estar abierto a todas las familias.

"Aunque nosotros tengamos un modelo ideal de familia, la realidad es otra. Hay familias desestructuradas, incluso con problemas de violencia. Nosotros no estamos aquí para juzgar, ni para criticar", añadió Llamedo.

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