Un guarda del coto de Cangas del Narcea y un vecino de Gijón con raíces en el mismo concejo se sentarán en el banquillo el próximo 29 de junio por la muerte del oso de Porley, atrapado por un lazo de acero colocado supuestamente por los acusados en agosto de 2012. Se trata del primer juicio por la muerte de un plantígrado que se celebra en Asturias desde 1991, año en el que fue detenido en Somiedo un hombre al que le fueron intervenidas dos pieles de oso pardo.

La Fiscalía atribuye a los acusados, el guarda J. M. M. A. y N. R. F., de 50 y 30 años, dos delitos contra la fauna. Por un lado, el uso de medios ilegales de caza, en este caso un lazo metálico, y por otro, la captura de un ejemplar en peligro de extinción, como es el oso cantábrico. Según el ministerio público, los acusados, en fechas no concretadas del mes de agosto de 2012, colocaron un lazo metálico, convenientemente camuflado para pasar inadvertido, en un paraje conocido como la Zapatina, por debajo del linde inferior de un predio denominado Cerezadi, en el monte vecinal La Regaza, a unos 100 metros de Porley. Lo hicieron pese a ser perfectos conocedores de que el mismo se sitúa dentro del área de distribución potencial del oso pardo.

Días después de la colocación del lazo, quedó atrapado en él un jabalí, aunque sus restos se volvieron no aptos para el consumo, ya que los acusados tardaron varios días en ir al lugar a comprobar si había caído en la trampa algún animal. Los acusados liberaron los restos y volvieron a colocar el lazo en las proximidades, convenientemente camuflado, para atrapar a otro animal. Así, el 25 de agosto de 2012 quedó atrapado un oso pardo que, a consecuencia del estrés de verse atrapado y del forcejeo insistente para tratar de liberarse, falleció durante la operación de rescate.

Durante la instrucción del caso, llevada a cabo por el Juzgado de Cangas, los dos acusados negaron haber colocado la trampa y aseguraron que no habían tenido nada que ver con el fallecimiento del oso, el primero en morir por la acción de furtivos en las últimas dos décadas. El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil llegó a los acusados a través de un simple saco. Primero encontraron en el lazo que había atrapado al oso varios pelos de jabalí. Los agentes peinaron la zona y encontraron en un vertedero un saco con un jabalí dentro, el mismo que había muerto previamente en el lazo. El saco era para almacenar esquirlas de aluminio, elaborado en Turquía y distribuido por una compañía catalana que había vendido una partida a una empresa de Gijón. N. R. F. era el único miembro de la plantilla que tenía alguna relación con la localidad de Porley, donde su familia tiene una casa a la que iba los fines de semana. N. R. F. indicó a la juez instructora que el jabalí había sido atropellado por un vecino de la zona.

Aparte de los dos años de cárcel, el fiscal pide para los acusados la inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de cazar por tiempo de cuatro años y el pago de 18.000 euros para el Principado por la pérdida del animal y el coste de la operación para rescatarlo. También solicita que se inhabilite a J. M. M. A. para ejercer la profesión de guarda natural durante el tiempo de la condena.