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RAQUEL ALONSO | Profesora titular de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo

"Oviedo no tendría la relevancia que logró en Europa si no fuera por el Arca Santa"

"En la Edad Media ya veían improbables algunas reliquias o que hubiera cinco cráneos de San Juan Bautista"

Raquel Alonso, en el campus del Milán. LUISMA MURIAS

Lleva años investigando la figura del obispo Pelayo, consejero del rey Alfonso VI a quien Oviedo debe mucho de lo que es hoy. Raquel Alonso, profesora de arte de la Universidad de Oviedo y coordinadora del reciente simposio dedicado a las reliquias de la catedral, está a punto de finalizar un estudio sobre Pelayo, una "figura fascinante" que no cesó en su empeño de que Oviedo mantuviera el prestigio que alcanzó como sede regia para situarlo en el foco de un fenómeno religioso con proyección fuera de nuestras fronteras. Para Alonso, el obispo fue un erudito a quien atribuye haber el papel de "promotor artístico y el fabricante de la memoria ovetense".

-¿El Arca Santa de la Catedral está en el origen de una historia poco verosímil?

-Lo que podemos dar por cierto es que en la catedral de Oviedo había una colección de reliquias, pero no sabemos cómo llegaron. Conocemos que había reliquias de consagración en los altares, pero eso es una cosa y otra es la constitución de un relicario coherente, que es objeto de culto y peregrinación. Lo que sabemos es que había unas reliquias como en todas las iglesias medievales, pero en las fuentes, el Arca Santa como conjunto no aparece hasta el siglo XI. En la Edad Media, a menudo, se reelaboran tradiciones que tienen una cierta base y que luego van historiándose y convirtiéndose en legendarias, y ese es el caso del Arca Santa.

-¿A pesar de esa falta de autenticidad, sigue defendiendo la importancia de las reliquias?

-Sin duda. Además tampoco creo que toda la iglesia apueste por su autenticidad. Ya en la Edad Media se daban cuenta de la imposibilidad de algunas reliquias y de que era inviable que hubiera cinco cráneos de San Juan Bautista repartidos por distintos templos. En el XIII ya hay algunos clérigos que llaman la atención sobre esto. Me sorprende mucho esta obsesión, bastante reciente, por la autentificación. A mí no me preocupa, lo destacable es su importancia histórica y su efecto emotivo. Llevan siglos siendo veneradas y eso ya las dota de sacralidad. Son elementos de primera importancia en Europa y el que lo niegue es que no conoce la historia europea, ni la medieval ni la moderna. Otra cosa es que cuando un historiador trabaja sobre fuentes no puede darles crédito sin someterlas a una crítica.

-¿Cómo cree que se habrá tomado la iglesia algunas de las conclusiones del simposio?

-En el coloquio hubo canónigos que intervinieron con mucho interés. Son testigos de que en ningún momento hubo interés en desacreditar nada. Espero que les haya parecido bien y que lo interpreten como lo que fue, un intento de seguir trabajando con seriedad sobre algo fundamental en Europa en esa época.

-¿Está confirmado que el Arca Santa se abrió en 1075?

-En la Edad Media con la documentación que tenemos es muy difícil confirmarlo todo. Una de las cosas que hicimos en el simposio fue analizar la documentación antigua en relación con el arca, la de fines del XI, porque algunas de las fuentes históricas de esa época habían sido cuestionadas. Hay investigadores que consideran que la famosa acta de apertura de 1075, de la que se conservan dos copias del siglo XIII, es completamente falsa. Eso hacía todavía más complicado fijar el origen del culto. Revisamos tanto el acta de apertura como el epígrafe que aparece en la propia arca que, aunque no conserva la fecha, podemos decir que coincide con la época de Alfonso VI. Esto también había sido puesto en duda. Dos de las cosas que concluimos es que el acta recoge un acontecimiento histórico y el epígrafe corresponde más a menos a 1075, que ya es mucho.

-Esa es la fecha de apertura, pero ¿sabemos cuando llegó el Arca a Oviedo?

-Lo que sospechamos es que no llevaba un tiempo concreto sino que lo que se hace es coleccionar las reliquias dispersas por la catedral e introducirlas en un relicario espectacular para aprovechar el prestigio y la sacralidad que confieren en la Edad Media.

-La leyenda dice que el Arca Santa llegó desde Toledo. ¿Es un invento del obispo Pelayo?

-Los documentos antiguos dicen que venía de Toledo, así consta en el acta de apertura, pero no sabemos si es verdad. Las reliquias pudieron haber venido progresivamente pero no en un arca. Quisiera distinguir entre dos cosas, una son las reliquias que hay en un edificio religioso en la Edad Media y otra es el fenómeno de la veneración a un conjunto incluido en el Arca Santa y eso es lo que no podemos documentar antes de 1075. Sabemos que en época del obispo Pelayo ya había peregrinos que visitaban el relicario pero antes no tenemos ningún indicio que de un fenómeno peregrinatorio a Oviedo. Es muy distinto hablar de un conjunto de reliquias colocadas en un edificio que era un "thesaurus", convertido a partir de ese momento en un relicario, con lo que cambia absolutamente de significado y empieza a ser objeto de veneración y de peregrinación.

-Los historiadores sostienen que lo importante no son las reliquias sino lo que se generó en torno a ellas.

-El culto a las reliquias es, además de un fenómeno religioso, un fenómeno económico, atrae visitantes y peregrinos, da prestigio a las ciudades y las da a conocer en el extranjero. Oviedo es una ciudad que si no fuera por la veneración al Arca Santa no tendría la relevancia y el conocimiento que tuvo en otros lugares de Europa. No llega a ser un santuario de la potencia de Santiago pero sabemos que muchos extranjeros se desvían hasta aquí y otros vienen ex profeso a venerarla. Todo eso crea una guía de conocimiento que hace que Oviedo suene en el exterior. El camino de Santiago no es más que una gran ruta de comunicación. Los reyes se ocupan de que los caminos estén pavimentados, de que el comercio sea seguro.

-¿Qué papel jugó en ese prestigio haber tenido un pasado regio?

- En época de los reyes asturianos no hay ni una sola referencia del culto a las reliquias. De hecho el gran protector de la monarquía es Santiago y aparece así en las fuentes. Pero indirectamente, el hecho de que Asturias fuese una sede regia que ha adquirido un cierto renombre gracias a las crónicas asturianas pudo ser utilizado después para el desarrollo de las reliquias. Aunque en la primera hornada de textos los reyes asturianos no aparecen, en Pelayo de Oviedo ya aflora Alfonso II como constructor de la Cámara Santa para custodia del Arca Santa.

-¿Por qué no es creíble esa narración del obispo Pelayo?

-Porque no hay ningún indicio anterior y aparece de la nada en el siglo XII. Pelayo de Oviedo es un ejemplo muy clásico de obispo del siglo XII como hay muchos en Europa que crean relatos de este tipo basándose en lo que tienen, en sus objetos sagrados. Pelayo se apoya en la ciudad regia, en los edificios reales y lo hace para promover y prestigiar su sede, muchas veces para buscar orígenes anteriores a los que en realidad tienen.

-¿Es lo que ocurre con la procedencia del Arca Santa de Jerusalén?

-Los testimonios que conservamos de la Edad Media son solo un tanto por ciento ínfimo de los que se escribieron. Entre todas las tradiciones legendarias históricas que circularon por Oviedo pudo haber una que la hiciera procedente de Jerusalén, pero cuesta pensar en un viaje que no haya dejado ningún rastro hasta por lo menos fines del XI. Los historiadores no podemos dar estos saltos mortales.

-¿Por qué el Santo Sudario adquiere un protagonismo que no consiguen el resto de reliquias?

-El éxito del sudario es relativamente tardío. La gran reliquia hasta el XVI es la Cruz de los Ángeles que aparece mencionada en ese conjunto de reliquias que se encuentran fuera del arca como la hydria y el cuerpo del rey Casto, entre otras. En el XII también nos encontramos la leyenda de la fabricación angélica de la cruz. Creo que también fue una creación pelagiana porque cuando las entregaron Alfonso II y Alfonso III eran dos cruces del conjunto litúrgico de la catedral. Es todo un trabajo de dignificación y propaganda de la sede, de esa manera dos piezas altomedievales, muy bellas, pero sin contenido particular, se acaban convirtiendo en elementos simbólicos con un discurso narrativo ajeno a su origen, pero que llega hasta la actualidad.

-¿Cuál es la huella de ese entramado en el Oviedo actual?

-Las reactualizaciones que hicieron Pelayo y algunos obispos siempre contribuyeron a mantener vivos los vínculos relacionados con la monarquía. Este vínculo tan afectivo que mantiene Oviedo con los reyes, con los edificios prerrománicos, con la ciudad sacra, esa vitalidad se debe a que los obispos se apoyaron en la tradición regia para conservar el prestigio de la ciudad.

-Es el caso de Alfonso VI. ¿Cuál era su vinculación con Oviedo?

-Oviedo sigue siendo emblemática para los reyes de León y aunque no sea ya la sede regia no se olvidan de ella. Pelayo de Oviedo explica que en momentos de peligro los restos de los reyes y las reliquias de los santos se refugian detrás de las montañas de Asturias, y esa es una idea que promociona constantemente. Él sabe que está muy lejos ya de los centros de poder, y los reyes ya no están casi nunca aquí, pero intenta que se conserve ese carácter simbólico de Asturias como un territorio que protege la fe y la seguridad de los cristianos.

-¿Oviedo le debe mucho al obispo Pelayo ?

-Muchas cosas. Era una figura fascinante, aunque lo que sabemos es puramente circunstancial. Creo que procedía del entorno aristocrático de Corias, pero hay propuestas que lo sitúan en León. Fue un erudito de un conocimiento histórico amplio. Llevo tiempo investigando sobre su persona y estoy terminando un libro en el que quedan claras sus cualidades como promotor artístico y como fabricante de la memoria ovetense. Sus textos escritos son operaciones memoriales de mucho fuste político y buena parte de las elaboraciones de Pelayo persiguen resistirse al control episcopal de Toledo. Era una figura interesantísima.

-La Cámara Santa que conoció Pelayo es otra desde la destrucción de 1934.

-Aquello fue una desdicha muy grande y de hecho no hay más que ver la cara del historiador Manuel Gómez Moreno en las fotos. Se perdieron y se deterioraron muchísimos elementos, otros se recuperaron, pero se montaron sobre un edificio que tiene muchas partes nuevas. La fotografía del Arca Santa entre los escombros es sobrecogedora, las cruces también sufrieron. Se recogieron muchas cosas y se pudieron reponer en una restauración que es discutible, pero que puede explicarse en su contexto histórico. Todos los pavimentos quedaron destruidos, algunos elementos de los apóstoles se perdieron.

-¿Qué opinina de la última restauración?

-Desde el punto de vista técnico es impecable. Ganamos en seguridad de las piezas, aunque a mí, desde el punto de vista de la experiencia estética de un relicario, no me satisface del todo. Echo de menos aquella impresión un poco misteriosa que tenía, aunque ya sabemos que la hizo Menéndez Pidal y que no era la original, por eso pienso que no es una pérdida terrible.

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