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Un zumbido que causa estrés e insomnio

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Con la ventana abierta no habría modo de vivir en casa de Yolanda Álvarez y Lorenzo Hernández. Su vivienda da por una parte a la "Y" y por la otra a la vieja carretera Avilés-Gijón a su paso por el barrio de La Marzaniella, en Trasona. Después de 27 años aquí, eso sí, ella se ha hecho al ruido. "Siempre viví al lado de la carretera, para mí es algo muy normal".

"Es cierto que muchas personas son capaces de ignorarlo", asiente el juicio clínico de Serafín Lemos, catedrático de Psicopatología de la Universidad de Oviedo. Es verdad que hay quien con el paso del tiempo se hace "capaz de filtrar, de no prestarle atención", y que sus repercusiones sobre el sistema nervioso difieren en función del nivel de tolerancia de cada cual, pero el ruido es en general "una fuente de estrés" en la que influye "más el tiempo que una persona está sometida a exposición que el nivel de intensidad del sonido", afirma el psicólogo.

No ocurre ni mucho menos en todos los casos, pero "es ese ruido estable el que puede dar lugar a un estrés crónico, el que tiene efectos sobre el sistema nervioso, pero también sobre el estado de ánimo y en definitiva sobre la calidad de vida" de las personas.

Cuando esto ocurre, el estruendo se convierte en un "estresor crónico" que amenaza con los síntomas propios del estrés y con diversas repercusiones que "no suelen ser graves, pero que tienen que ver con la calidad del sueño, las dificultades para dormir o para concentrarse, el cansancio, los dolores de cabeza y otros factores psicofisiológicos como, por ejemplo, la irritabilidad", explica el catedrático Serafín Lemos.

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