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Ana Menéndez, psicóloga especializada en duelos

Lecciones mortales para vivir mejor

"Cuanto más finjamos que el tiempo no pasa y que no nos moriremos, menos vivos estaremos", dice la psicóloga Ana Menéndez, especialista en Tanatología

La psicóloga Ana Menéndez. LUISMA MURIAS

Ana Menéndez es psicóloga especializada en duelos, máster en Tanatología y Cuidados al Final de la Vida. Esta ovetense de Tudela Veguín, de 47 años, tuvo su primer encuentro con la muerte con sólo 7 años. Dormía con su abuela, Teresa Arbesú, en la misma habitación. Una noche, la mujer se sintió mal, se incorporó y en ese momento se le paró el corazón. "Cayó hacia atrás y su cabeza dio en mi barriga, eso me despertó". Cuando Ana tenía 26 años, su hermano Alberto -él de 33 años- falleció de un tumor cerebral. Ella se hizo psicóloga y se especializó en un asunto tan inevitable como innombrable para muchos. Ella lo afronta con un realismo vitalista. Puede sonar a paradoja, pero de sus palabras se deduce que cuanto más miremos a la Parca cara a cara mejor viviremos. Éstas son sus lecciones de muerte y de vida.

Sí, pasa la vida. "Cada vez hay más culto a la juventud y con ello niegas el proceso de la vida. Darle la espalda a la muerte te hace perder perspectiva. Estamos aquí un ratito, luego nos vamos. Cuanto más finjas que el tiempo no pasa menos consciente eres, menos vivo estás, aunque parezcas más joven".

¿Cómo que murió por sorpresa? "En este mundo manda lo nuevo, se aparta lo viejo, todo se tira. ¿Y cuando lleguemos a una edad nos vamos a tirar a nosotros mismos? Cualquier día sacan una ley en la que, por decreto, no se muera nadie. No deja de llamarme la atención que la muerte siempre es 'por sorpresa'. Dicen: 'Estaba muy malín, pero no nos lo esperábamos, murió por sorpresa'. ¿Cómo 'por sorpresa'? ¡Pero si es la única certeza que tenemos! Si asumes la certeza de que algún día te vas a morir tendrás más agallas para luchar por lo que quieres cuando estás vivo".

La muerte es. "Es uno de los dos momentos más intensos de la vida. El primero es nacer y el segundo morirse. No deja de ser un instante, que si lo tuviéramos más presente tendríamos una vida con mucha más calidad. Trivializaríamos más lo trivializable".

La gran serenidad. "Lo mejor es ser capaz de tener la serenidad suficiente como para morir tranquilo. La gente que tuvo experiencias cercanas a la muerte y que luego vivieron dice que incluso en situaciones de accidente te puede dar tiempo. Y casi todo el mundo habla de una cierta serenidad. Lo que les pasa por la cabeza no es cuánta pasta ganaron, sino la cara de su gente cercana, quizá las cuentas pendientes o de lo realizado. Las personas que pasaron esa raya y luego volvieron pierden el miedo, conocen la intensidad pero también conocen esa 'frescura'. Hay algo intangible ahí que si eres capaz de tocar te da como paz".

¿Será esa paz un fenómeno químico? "Seguro, el cerebro tiene mucho que ver. Pero quién sabe qué induce ese fenómeno químico al final. Si es el cerebro por sí mismo, o es un cúmulo de circunstancias o es algo más".

La muerte tenebrosa. "Sobre la imagen siniestra de la muerte hay mucha literatura. Es algo muy desconocido. Ahí te desprendes de todo lo que sabes y de todo lo que conoces. Te quedas sin nada. Como dice el refrán: venimos desnudos y desnudos nos vamos. Para los seres humanos, que nos pasamos la vida agarrándonos a cosas que vienen y van, ese momento nos aterroriza".

Que fluya, que fluya. "Cuando llega la muerte de una persona, tanto en el que se va como entre los que se quedan, cuanta más aceptación más serenidad hay. Porque ese momento no puedes pararlo; así, cuando llega, te despides con amor y con paz. ¿Dónde está el otro lado de esa situación? Cuando aquel que se tiene que ir y sí quiere irse tiene en frente a los que no quieren dejarlo irse, y no se habla del asunto. ¡Pero si se está muriendo! ¿Cómo no le vais a decir que se está muriendo? Todos esconden. El que se muere disimula para que la familia no se disguste. La familia sabe que se muere, pero también disimula. Entonces se pervierte todo en un malentendido infinito que no ayuda nada. Pierdes la oportunidad de reconciliarte con la vida y con lo que dejas atrás. Que el final sea un asunto de amor".

Duelo y trauma. "Hay mucha gente que lo pasa muy mal con los duelos y que en ello hay una parte de trauma, por situaciones de hospitalización o de accidente, donde se generan recuerdos que quedan grabados de una forma muy intensa en una parte del cerebro. Y eso, si no se digiere, de manera recurrente te impide acceder al proceso natural del duelo. Que cualquier persona sepa que si está ahí encerrada en la intensidad es probable que haya algunas memorias que se alojaron en esa parte del cerebro y quizá necesiten cierto tipo de terapia para desalojar el trauma. Es automático: desalojas el trauma y el duelo empieza a fluir. Si no, estás ahí: siempre dando vueltas en el dolor, en sufrimiento. Y como en la mayor parte del cerebro no hay tiempo, da igual que haya pasado hoy o hace veinte años".

El duelo por los no nacidos. "Hay un tipo de duelo que apenas se trata, que es el duelo neonatal o perinatal. El que se produce por los niños que mueren antes o inmediatamente después de nacer. Las familias lo pasan muy mal y a veces en el ámbito hospitalario no están preparados, porque no se les reconoce que era un hijo. Esos duelos generan mucho dolor. Les dicen a las madres: ya tendrás otro, olvídalo ya. ¿Pero cómo lo voy a olvidar si era mi hijo? Eso no se olvida nunca. El hecho de darle entidad y reconocer las cosas te facilita sanar. Si te empeñas en negar las cosas, eso genera resistencia y eso te dificulta el sanar". La muerte de un hijo y los desaparecidos. "Yo diría que la peor es la muerte de un hijo. Por ley de vida, los hijos nacen para sobrevivir a los padres. Aunque siempre ha ocurrido, resulta antinatural. Hay una gradación en la intensidad de las muertes: las muertes inducidas, las violentas o por manos de otros, todas ésas están en la parte alta de la escala. Y a partir de ahí van bajando. También influye el hecho de que haya o no cadáver. Si no hay cadáver, la despedida se obstaculiza. Recuerdo mucho a una mujer que perdió al marido en el mar cuando estaba pescando. Aunque luego apareció el cadáver, ella decía que esos días sólo quería estar delante de la ventana de la cocina de su casa, desde donde veía el Cantábrico, pidiéndole al mar que se lo devolviera. Los rituales son importantes, poder hacer ceremonias de despedida. Si no, como hay una parte de nosotros que se resiste, si el cadáver no aparece te facilita el no terminar de creértelo. En alguna parte siempre aparece un pequeño '¿y si?' ".Tanatorios. "No dejan de ser un negocio, obviamente. Se supone que también facilita el proceso, pues ahora vivimos en pisos con muchos niveles de altura. Pero ese limitar la despedida a un horario, la falta de intimidad... Cuando tú despedías a alguien en tu casa, te podías encerrar en una habitación un rato sin nadie. Ahora hay algunos tanatorios que tienen salas privadas para eso, pero al final le ponemos horario de oficina al asunto de la muerte. De nueve de la mañana a diez de la noche. Supongo que es útil en alguna medida, pero es una cierta desvirtuación, es una forma más de sacarlo de tu vida. Y luego te vas a tener que enfrentar a vaciar los armarios, a hacer los papeles...".

Los niños tienen que saber que existe la muerte. "Hay que hablar de la muerte a los niños, en un lenguaje adaptado a su edad. Es un error escondérselo. A lo mejor ellos quieren quedarse al margen, pero hay que ofrecerles la oportunidad de participar. Porque eso les ayuda a entender. Porque el entorno cambia cuando alguien se va y durante un tiempo las personas no están con el ánimo igual. Si no saben por qué, se pueden montar una película. Desde pensar que la persona se murió por algo que ellos pensaron -hay épocas en las que crees que lo que piensas se va a cumplir- o pueden pensar que ellos tienen la culpa. ¿Y cuando despedíamos a los fallecidos en casa? No pasaba nada. La gente, honestamente, piensa que es lo mejor para ellos, que los críos queden al margen, que vayan al colegio igual. Lo hacen por evitarles una pena, pero es que eso es inevitable, ¿cómo les vas a evitar la pena de que se murió alguien de la familia? ¿Cómo vas a hacer como si no hubiera pasado nada? Pero es que ha pasado, permítele enterarse".

Halloween y la fiesta de los muertos. "¿Es una celebración de la muerte o celebración del miedo? Porque miedo bastante hay ya. Tenemos un cerebro programado para tener miedo para sobrevivir. El Halloween viene de una cultura que no he estudiado y no lo conozco mucho. Yo no sé cuánto de tenebroso hay más allá de la raya de la vida, pero no sé hasta qué punto eso se puede escenificar con unas ojeras de vampiro y unos colmillos. Creo que tiene más que ver con la fantasía y con el miedo que no con la realidad de la muerte".

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