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En corto y por derecho

Polvo y suspensión

Belén Fernández González es consejera de Fomento, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, aunque en los últimos días fue más consejera de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Fomento porque un viento africano le dio la vuelta a sus atribuciones. La llegada de un frente polar ha vuelto a poner las cosas en su sitio, eso sí, después de que toda la oposición reprobara su defensa de que no es que haya más emisiones contaminantes a la atmósfera, sino que lo que había era una estabilidad atmosférica. Como nunca escampó que no parara, este fin de semana la lluvia devolvió al suelo lo que es del suelo.

La Consejera suspende en suspensión. Lo que hay detrás es la calidad del aire que evoca los años setenta, cuando los jóvenes con suerte o con trabajo tenían un Citroën 2CV con el que se desplazaban y con el que aparcaban. Cuando se desplazaban, contaminaban lo normal en su bamboleante auto. Cuando aparcaban y lo hacían en lugar discreto y hora oscura, a veces tenían suerte y compañía para que se dieran los dos elementos que componen esta crisis medioambiental que son el polvo y la suspensión. En ese momento aumentaba la polución.

Vamos a por los elementos: para que el aire esté limpio, el polvo tiene que estar en el suelo. Lo sabemos todos porque vivimos en la contradicción y, para que el suelo esté limpio, barremos y levantamos polvo. Lo que está pasando ahora es que el polvo está en el aire ("love is in the air", que dice la canción) sin que sepamos si se levanta del suelo o es expulsado al cielo y se queda ahí -a disposición de nuestro aparato respiratorio- hasta que los baldee la lluvia.

Es decir, ¿contaminan más las viejas industrias?, ¿los nuevos dueños de las viejas industrias son más puercos que los viejos dueños y gastan menos en limpiar, como gastan menos en trabajadores? ¿O es el viento del Sur el que levanta polvaredas de las montañas de polvo que producimos?

Dicen en Avilés que hay que volver a los setenta, cuando éramos un ejemplo mundial en contaminación, para volver a medir y a controlar las emisiones de tal manera que, al rebobinar, por el polvo se sepa dónde está la chimenea que lo echó. De esa manera no se volverá a los setenta, cuando en Avilés se servía el café con el plato tapando la taza para que no cayera polvo. Tampoco se regresará a los 2CV aparcados en recóndito mecidos por efecto del polvo y de la suspensión. Desde "Regreso al futuro" todos sabemos que al pasado se rueda en un DeLorean no en un 2CV.

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