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IRENE IGLESIAS RUIZ | Pedagoga y profesora técnica de servicios a la comunidad

"Las nuevas familias no quieren educar como antaño, pero no conocen otra forma"

"¿Un castigo severo hará realmente que el niño piense sobre lo ocurrido? No; yo quiero soluciones, no culpables"

Irene Iglesias Ruiz, en el salón de actos del Instituto de Luarca. A. M. SERRANO

"Un niño se porta bien si se siente bien". Es el lema de la profesora técnica de servicios a la comunidad y pedagoga Irene Iglesias Ruiz. Esta avilesina de 41 años trabaja para que padres, niños y adolescentes tengan más calidad de vida y mejores relaciones. El pasado fin de semana ofreció una charla sobre las estrategias para hacer al niño más inteligente desde el punto de vista emocional.

-¿Qué no sabemos del comportamiento de los niños?

-Nos queda mucho por aprender. Para empezar, debemos cambiar nuestro paradigma. Las personas aprenden aquello que les ilusiona, les emociona, les apasiona... sin emoción no hay aprendizaje. Por eso hay que huir completamente de un sistema de educación que arrastramos desde hace más de un siglo: repetitivo, sin partición, libresco, pasivo... resulta aburrido no sólo para el alumno, sino también para el maestro, y lleva al fracaso escolar mayoritario o, como mínimo, a la desmotivación por aprender.

-¿Cuáles son los beneficios de la inteligencia emocional?

-La inteligencia emocional es básica para el éxito. Mejora nuestro estado de ánimo, nuestra actitud ante la vida y hacia los demás, mejora las relaciones personales, familiares y profesionales... Y, además, una buena inteligencia emocional puede evitar valores negativos como el rechazo, la discriminación, la marginación. Puede reducir el grado de violencia tanto en las aulas como en casa, previniendo así el acoso escolar en los centros. Puede favorecer la comunicación entre padres e hijos y también en la pareja y entre amigos. Puede ayudar a que nos sintamos mejor con nosotros mismos potenciando una autoestima sana y equilibrada. Puede favorecer la toma de decisiones. Y, entre otras muchas cosas, puede ayudarnos a entender mejor los sentimientos de otras personas y a ser conscientes del mundo que nos rodea. Por eso es tan esencial formar a todas las personas, y a los niños en particular, en inteligencia emocional tanto en casa como en la escuela.

-¿Cree que para mejorar se deben cambiar los métodos?

-No sólo se trata de métodos, han de cambiar la actitud del docente, las estrategias que utiliza, los recursos que lleva a cabo, la forma de relacionarse en el aula con sus alumnos?

-¿Qué opina de la educación en el seno de la familia?

-Me encuentro con muchas familias desorientadas, sin saber qué hacer para criar a sus hijos de forma emocionalmente sana. No quieren utilizar las estrategias de antaño, de técnicas punitivas, pero no conocen otra forma de educar. Las familias pasan mayoritariamente de un estilo de crianza afectivo a uno autoritario, saltan de unas estrategias a otras sin conseguir resultados positivos, y es que debemos evitar ser permisivos (utilizar sólo estrategias afectivas sin límites) y ser autoritarios (utilizar sólo estrategias rígidas y punitivas). Debemos desarrollar estrategias donde mantengamos la firmeza (establecer normas y límites) y el afecto (escucha y empatía). Ambas a la vez.

-En su charla dijo que triunfaba más un adolescente con habilidades sociales que otro con conocimientos.

-No sólo el adolescente, cualquier persona tiene mucho más éxito si dispone de las habilidades sociales adecuadas. Durante mucho tiempo se ha creído que tener un alto cociente intelectual y una buena preparación académica era lo más importante para triunfar en la vida. Actualmente, el perfil de trabajador que se busca se basa más en ciertas cualidades personales relacionadas con la inteligencia emocional. Se trata de la iniciativa, la empatía, la adaptabilidad, el control de las emociones, la motivación para trabajar, el manejo de las situaciones conflictivas, la confianza en uno mismo, el saber escuchar y comunicarse adecuadamente, la persistencia, la capacidad para colaborar y trabajar en grupo, la responsabilidad... Investigaciones recientes han llegado a la conclusión de que el éxito en el trabajo depende en un 80% de la inteligencia emocional y en un 20% del cociente intelectual. Y es en la familia donde debemos poner los cimientos de una buena inteligencia emocional, siendo un adecuado ejemplo y referente para ellos.

-Apoya la disciplina positiva. ¿En qué consiste?

-El objetivo principal de la disciplina positiva es lograr que tanto los adultos como los niños experimenten más alegría, armonía, cooperación, responsabilidad compartida, respeto mutuo y amor en su vida y en sus relaciones. Para ello, se enseñan estrategias cuyos pilares son la firmeza y la amabilidad.

-¿Deberíamos desterrar el castigo?

-El castigo está diseñado para hacer a los niños pagar por sus errores, hacerles sentir mal por sus acciones incorrectas. Es más adecuado utilizar estrategias que ayuden al niño a enfrentarse a sus errores y ver las consecuencias de ellos, diseñar cómo rectificarlos, enmendarnos o reponerlos. Algunos padres me dicen: "Los niños continúan portándose mal porque el castigo no ha sido lo suficientemente severo como para darles una lección". ¿Un castigo severo, duro, hará realmente que el pequeño piense sobre lo que ocurrió, cómo solucionarlo, cómo no volverlo a hacer, cómo rectificar el problema y cómo buscar alternativas correctas a una situación que no queremos que se vuelva a dar? Yo creo que no. Siempre digo a los niños: "No quiero culpables, quiero soluciones".

-¿Qué le parece el nuevo Libro Blanco sobre la profesión docente?

-Todavía no he tenido oportunidad de leerlo en profundidad. Lo que sí tengo claro es que puede ser una buena base para establecer un diálogo entre todas las partes implicadas y construir un gran pacto nacional por la educación.

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