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Foro obtendría un diputado más a costa del PSOE con la nueva reforma electoral

Los defensores del cambio de la ley sostienen que reparte escaños de forma más proporcional a los votos y población

Foro obtendría un diputado más a costa del PSOE con la nueva reforma electoral

El reparto del hemiciclo de la Junta General del Principado habría cambiado poco si a los votos de las últimas elecciones autonómicas se le hubiese aplicado el nuevo sistema de reparto de escaños que patrocinan a tres voces Ciudadanos, IU y PSOE y que el viernes dio el primer paso de su trámite parlamentario. Recién tomada en consideración para empezar a debatirla, la propuesta de reforma de la ley que tutela el régimen electoral asturiano plantea una fórmula de distribución diferente a la vigente y haciendo política ficción, adaptándola al número de sufragios obtenido por los partidos en mayo de 2015, habría restado al PSOE uno de sus catorce escaños para subir a cuatro la representación de tres que corresponde a Foro en la división actual. Nada más en cuanto a los grandes números. Un diputado que cambia de bancada y el resto, todo igual. Los once diputados del PP, los nueve de Podemos, los cinco de IU y los tres de Ciudadanos... Según la simulación elaborada por los proponentes, el grupo socialista tendría una mayoría aún más ajustada para sustentar a su Gobierno y Foro no sólo sería la quinta fuerza en número absoluto de votos, sino también en escaños, deshaciendo el empate a tres que ahora iguala en la Junta a los foristas con Ciudadanos.

En su afán por demostrar que se propone un sistema más justo, el grupo impulsor de la iniciativa compara en la situación real y en la simulada la relación entre el porcentaje de votos y el de escaños de cada partido. Según este patrón, la formación más sobrevalorada por el modelo actual sería el PSOE, que ahora tiene el 31,11 por ciento de los diputados de la Junta con el 26,45 por ciento de los votos, y Foro la más subestimada -el 8,24 por ciento de los sufragios le dan el 6,67 de los diputados-. Como quiera que los demás tienen menos desviación entre su promedio de votos y de asientos, a ellos dos afectaría la única corrección en cuanto a la representatividad de los grupos.

Hasta ahí llegaría el único resultado visible de este cambio simulado. Eso es en realidad lo que podría haber ocurrido si en la pasada legislatura el intento de cambio del régimen electoral no hubiese encallado justo en este punto de la toma en consideración, que fue rechazada por la Junta en noviembre de 2013 por la oposición del PSOE, que después de pactar los detalles de la reforma con IU y UPyD se echó para atrás sumando sus votos a los del PP y Foro, agarrado al argumento de la ausencia de una mayoría que era entonces absoluta, pero no llegaba a sus pretensiones de "cualificada". En un intento de avance, según sus promotores, hacia la igualdad del valor de cada voto independientemente del lugar donde se emita, la fórmula de esta segunda tentativa es la misma que la de la primera. Propone repartir 35 de los 45 escaños conforme al sistema actual, manteniendo las tres circunscripciones, y adjudicar los diez restantes utilizando la bolsa de votos "sobrantes" que no hubiesen obtenido representación en cada una de las tres demarcaciones. Así, paradójicamente, perdería el PSOE, que apoya la reforma, y ganaría Foro, que la rechaza.

Los socialistas han comprometido sus votos siempre que no desaparezcan las tres circunscripciones, algo que ya garantiza el texto de la propuesta, y que la mayoría a su favor vaya más allá de "la mitad más uno de la cámara", una condición que dependerá de la capacidad de los promotores para sumar a sus postulados a Podemos, que pone sus propias condiciones respecto al nivel de "ambición" de la propuesta, o a alguno de los grupos de la derecha, que la reprueban abiertamente. Foro, curiosamente el único grupo de la cámara que ahora mismo tendría más representación si se hubiese aplicado el modelo, cuestiona sin embargo la pertinencia del cambio alegando precisamente su desacuerdo sobre el nuevo modelo de reparto de escaños, que a su juicio "redundaría en una nueva marginación del Oriente y el Occidente".

El descenso en el número escaños elegidos por circunscripciones, de los atribuidos en función del lugar de residencia del votante, determina que la demarcación central perdería cinco diputados, pasando de 34 a 29, que la oriental restaría tres -de cinco a dos- y la occidental disminuiría otros dos, descendiendo de seis a cuatro.

Según el detalle de la distribución por territorios, el Oriente tendría un diputado del PSOE y otro del PP -ahora son dos cada uno y uno de Podemos-; por el Occidente habría dos socialistas, uno popular y otro de Podemos -en la situación actual son tres, dos y uno, respectivamente- y el centro incorporaría ocho escaños del PSOE, siete del PP, seis de Podemos, cuatro de IU y dos de Foro y Ciudadanos -ahora tienen, respectivamente, 9, 7, 7, 5, 3 y 3-. Los "restos", que se adjudicarían a la circunscripción central, completarían el reparto con dos parlamentarios para PSOE, PP, Podemos y Foro y uno de IU y Ciudadanos.

En total, una pequeña diferencia de un escaño. A los detractores que sostienen que el cambio se efectuaría a costa de una merma de representación territorial replican los valedores que el nuevo sistema incrementa la proporcionalidad. Lo hace, según sus cálculos, en cerca de un treinta por ciento: en un índice calculado sobre cien, esta magnitud aumentaría del 65,78 del modelo vigente al 83,61 del propuesto. Sostienen además que resultaría más paritario en atención a la población de cada una de las demarcaciones: ahora, por ejemplo, la central tiene el 82 por ciento de los habitantes de Asturias y elige al 75 por ciento de los diputados de la Junta. Pasaría a elegir justo al 82. Las alas, que ahora tienen asignado un porcentaje de escaños superior al peso de su población en el conjunto de la región, bajarían su número de escaños para aproximarlos a su porción de la demografía.

Además de la reforma más visible del patrón de reparto de escaños, el nuevo texto propone otras que obligarán a escoger al cabeza de lista de cada partido en primarias, que reforzarán el régimen de incompatibilidades de los parlamentarios o instaurarán el "voto preferencial" para elevar el poder del elector a la hora de determinar el orden de los diputados, que dejaría de ser potestad exclusiva de los partidos. De este modo, en la simulación hecha por los redactores de la nueva norma, el reparto de escaños por partidos habría cambiado poco en número, pero podrían haberse modificado mucho más los nombres de los ocupantes de los asientos.

De acuerdo con un sistema de listas cerradas, pero desbloqueadas, en las que será inamovible el primer puesto de cada candidatura, el votante podría dar su respaldo, a partir del segundo, a un máximo de nueve candidatos escogidos entre todos los presentados por cada formación, independientemente del puesto en el que hayan sido propuestos. Por eso el texto preliminar de la reforma prevé modificar la apariencia externa de las papeletas, adosando a cada nombre, excepto al primero, una casilla en la que el elector podrá marcar con una "X" un máximo de nueve aspirantes.

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