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Maestros y discípulos HÉCTOR JAREÑO AMIEVA. | Empresario, cofundador de Reliquiae | JUAN JAREÑO. | Tapicero, autor de los diseños del Al-Ándalus y el Transcantábrico | Maestros Y Discípulos

Juan Jareño: "El día que un profesional crea que ya lo sabe todo ha muerto"

Héctor Jareño: "Tenemos un sistema de FP despegado de la realidad y las necesidades estratégicas de la región"

Juan Jareño: "El día que un profesional crea que ya lo sabe todo ha muerto"

"El día que un profesional crea que lo sabe todo acabó su vida; ese día el profesional ha muerto", defiende tajante Juan Jareño, aprendiz primero y maestro tapicero después durante más de cincuenta años, cuyo hijo Héctor ha incorporado el conocimiento de su padre para poner en marcha un proyecto empresarial que aúna el bagaje del taller de piel de su predecesor, fundado en 1957, con las necesidades del mercado del lujo del siglo XXI que Héctor y su socio Adrián Díaz exploran bajo la marca gijonesa Reliquiae.

En esa tarea Juan Jareño tiene mucho que enseñar. Fue tapicero y atendió encargos de algunas de las familias más importantes de este país. Incluida la Casa Real. Por ejemplo el "Fortuna", el yate del Rey emérito, lo tapizó él, comenta el hijo, con orgullo. El padre apunta otros proyectos que salieron de sus manos durante su etapa en Oviedo: el Parlamento asturiano o el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras. "Y la discoteca Canary, de la calle Foncalada, la más famosa en su época del Norte de España", asegura. El pub Korynto, de Gijón, en la calle Corrida, también es obra suya. Su maestro fue un tapicero catalán casado con una asturiana. Esa etapa le lleva a una nueva reflexión sobre el oficio. "Antes pagábamos por aprender. Cuando metías a un hijo de aprendiz le pagabas al maestro. Ahí le cogí el gusto a la piel", reconoce. Una de las obras que enamoró a Juan Jareño fue un tresillo en la sede del Banco Urquijo en Gijón de piel de cabra teñida de azul: "Me marcó".

El éxito del oficio, explica este tapicero jubilado desde 2009, dos años antes de que su hijo pusiera en marcha Reliquiae, radica en "echar horas; en el taller nunca fuimos más de tres personas", argumenta. En el final de su etapa en activo uno de los encargos que más orgullo se siente es de la tapicería del Al Ándalus, uno de los trenes de lujo de Renfe con mobiliario inspirado en el estilo "Belle Époque". "Todos los sofás están hechos y diseñados por mí, pero sin cobrar", recalca como amargo desenlace de aquel encargo. Renfe buscó los mejores tapiceros. Lo subcontrató a una empresa interpuesta que realizó el encargo a particulares y "de forma impune desmontaron aquel entramado, lo que se llevó por delante muchos talleres", explica el hijo. "Fueron dos o tres meses de trabajo", recuerda Juan. De su taller también salió parte de la tapicería del Transcantábrico, el otro crucero de lujo sobre raíles que recorre el Norte de España. "Ese sí lo cobramos", prosigue el autor para dar una idea de la cantidad de experiencia que hay detrás de una iniciativa de última generación como "Reliquiae". "La piel en el oficio es el no va más . Antes y ahora. De ahí que el marroquinero deba tener una convivencia con esa materia que fue vida... Hay que quererla y trasmitir esa vida", relata. Héctor subraya que la empresa "no tendría ningún sentido si no fuera porque queríamos incorporar todo ese conocimiento. Al final, el problema de los talleres artesanos de antes es el mismo que ahora", cuenta el hijo. "La artesanía nunca fue suficientemente valorada, como en Francia", detalla.

Cuando Adrián y Héctor se incorporaron al negocio "la esencia y el conocimiento del oficio lo dio él", insisten en referencia al más veterano de los Jareño, de 73 años. El hijo, de 37, admite que "fuera de España todo esto se valora más". Tanto es así que el mercado de "Reliquiae" es netamente internacional. Acaban de unirse a la firma japonesa Tasaki, una de las compañías asociadas al lujo en el mundo, que va a llevar a sus puntos de venta en las zonas más exclusivas del planeta los bolsos de "Reliquiae". "Para el cliente asiático esa transición de conocimiento y respeto al oficio de tus mayores es muy importante", apunta Héctor, que abandonó su trabajo para hacerse cargo del negocio familiar con el que su padre había alimentado a los tres hijos durante medio siglo. "Tomé la decisión de reinventarlo para que todas las enseñanzas de mi padre no se perdieran", explica.

Juan da soporte también a la línea de mobiliario que acompaña a los trabajos en piel de Héctor, Adrián. "Siempre quise aprender de todos y perfeccionarme. Nunca me permití ni me permitiré decir que hasta aquí basta", dice el padre. El hijo añade una queja de los impulsores de oficios artesanos en el siglo XXI. "Nos enfrentamos a una Asturias con una visión de la industria muy limitada", indica. Superadas las dificultades de la primera etapa y con la sensación siempre de "acabar de empezar" lamenta que no se cuide la figura del aprendiz. "Tenemos un sistema de FP absolutamente despegado de la realidad y de las necesidades estratégicas de la región", reflexiona.

"En mi época el aprendiz era una carga extra para el maestro", apunta el padre, quien, no obstante, pide una compensación para atajar los gastos de esa etapa. "Estropear un metro de terciopelo puede suponer 60 o 70 euros", precisa. Entre tanto la segunda generación de los Jareño prepara su salto a Oriente Medio y México. "Mis padres me dieron una educación en valores y me animaron a ser valiente", concluye Héctor.

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