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JOSÉ MUÑIZ FERNÁNDEZ | Catedrático de Psicometría y candidato a rector

"Los posgrados marcan la diferencia y es ahí donde tenemos que crecer"

"La Universidad está llena de contratos docentes precarios, jóvenes que no llegan a mileuristas; con esta financiación no podemos competir"

Con la savia nueva de la psicología asturiana. José Muñiz, a la derecha, junto a (por la izquierda en la foto) Ignacio Pedrosa, Débora Areces, Marisol Fernández Cueli y Víctor Loredo. IRMA COLLÍN

-¿Se siente como un político en campaña?

-Es verdad que vivimos unos días que se acercan más a la lógica política que a la académica, pero la campaña electoral hacia el Rectorado de la Universidad de Oviedo se desarrolla en un tono educado y sensato, sin ambientes agresivos.

José Muñiz Fernández (Sograndio, Oviedo, 1949). Catedrático de Psicometría. Fue decano de la Facultad de Psicología y vicerrector en el mandato de Santiago Gascón. Se licenció y doctoró en la Complutense, Universidad en la que dio clase en el periodo 1977-84. Y otros tres años de docencia en la Universidad de las Islas Baleares antes de recalar en la Universidad de Oviedo en 1987. Acredita seis sexenios de investigación y se presenta a rector asumiendo la responsabilidad de un cargo "que requiere una exigencia brutal, mucha mano izquierda y un trabajo a fondo". Está casado, tiene dos hijas.

-¿Qué conclusiones saca de estos días de vértigo?

-Es una experiencia estimulante, nada rutinaria. Es alejarse de esa zona de confort donde a veces todos nos instalamos. Mi optimismo va "in crescendo".

-Un psicólogo y, en frente, tres químicos. ¿Esto le da ventaja?

-Probablemente sí. La Universidad de Oviedo necesita cambiar de palo. Los químicos han tenido muchísimo protagonismo en la gestión universitaria, pero creo que ahora se requiere otra visión, alguien capaz de entender mejor ciertas áreas que han estado un poco marginadas.

-Por curiosidad, ¿arrancará algún voto en la Facultad de Química?

-En la Facultad de Química puedo ganar perfectamente.

-Un punto de partida.

-La convicción de que es preciso dar un salto cualitativo y superar de una vez ese efecto postraumático que nos han traído los cambios y la crisis. La asturiana es una universidad deprimida y hay que superar ese estado de ánimo, pero, dicho esto, le añadiré que no soy partidario de tanto lamento.

-Es que los recortes presupuestarios deprimen.

-Y afectan a la vida diaria de la Universidad. A la falta de calefacción suficiente, a las instalaciones deportivas cerradas los sábados, a la gente que en cuanto puede se jubila. La sociedad debe saber que la Universidad de Oviedo está llena de contratos docentes precarios, profesores jóvenes cargados de energía que no llegan ni siquiera a mileuristas. No hay que engañarse, con esta financiación la Universidad no puede competir. Hay mucha gente joven y buena que ni se presenta a los puestos. No piden nada del otro mundo, pero es que hay condiciones laborales que no permiten ni soñar con formar una familia.

-Habla de salto cualitativo. ¿En qué dirección?

-Veo unas posibilidades enormes en los estudios de posgrado porque es ahí donde se establecen las diferencias entre universidades, y es ahí donde vamos a crecer. En los próximos años el número de alumnos de posgrado, que ahora son unos 2.500, se va a duplicar como mínimo. Hay que mejorar la oferta y uno de los retos es crear la Escuela Internacional de Doctorado.

-¿En quién mirarnos en el contexto nacional?

-En universidades como Salamanca, Granada, Alcalá o la Pompeu Fabra, que en materia de internacionalización nos llevan ventaja. No es descabellado pensar que un 20% de nuestro alumnado pueda provenir de otros países, sobre todo del ámbito iberoamericano. No hay que tener complejos. Aquí se consigue el pequeño milagro de ser la Universidad con mayor rentabilidad por cada euro recibido. El coste de cada uno de nuestros alumnos ronda los 9.000 euros por curso, cantidad muy debajo de otras universidades.

-En resultados, la Universidad de Oviedo, tan propensa a flagelarse, no está en el furgón de cola.

-Por supuesto que no. El último ranking de solvencia, precisamente salido de la Universidad de Granada, nos sitúa en el puesto 14 entre las 48 públicas. A poco que se incentive nos metemos entre las diez mejores. Pero claro, volvemos a la financiación. O aumenta o la gente joven, el futuro de la Universidad, no lo soporta. Para retener el talento hacen falta unas condiciones razonables, porque el amor a la tierra está muy bien y Asturias es un buen sitio para trabajar, pero no hay que ser ingenuos: el amor tiene un límite.

-Frente a muchos sueldos docentes inaceptables, también hay mucho privilegio de profesores anquilosados y pasotas.

-En un colectivo docente de casi dos mil personas, los hay, pero mi impresión es que son muy pocos. La Universidad padece un mal estructural, y es que no se pueda remunerar a la gente en relación a lo que hace, a sus méritos. Y eso, a muchos profesionales implicados les desanima.

-La Universidad asturiana es especialista en exportar mano de obra cualificada.

-La experiencia nos dice que los egresados de nuestra Universidad compiten sin el menor problema en cualquier país del mundo. Ahí afuera no son más listos que nosotros, pero sí están mejor organizados.

-Los grandes proyectos parecen estar en manos de muy pocos. ¿Una Universidad descompensada?

-Toda Universidad tiene sus áreas más potentes, que por sus características conectan con más facilidad con el mundo exterior, pero no es bueno hablar de especialidades más importantes que otras. Uno de los grandes activos de la Universidad de Oviedo es precisamente la diversidad. Las Humanidades, por ejemplo, son las que atraen más estudiantes extranjeros a Asturias, que es algo a potenciar. Tenemos que sacar partido al atractivo de los estudios del español, que nos traen todos los años a más de mil estudiantes. La Casa de las Lenguas crece.

-¿Qué hacer con lo que no se traduce en negocio?

-Mejor no encandilarse demasiado con la investigación aplicada y caer en el error de pensar que la investigación básica no sirve. El saber por el saber no es una pérdida de tiempo.

-¿Se plantea la creación de nuevos grados?

-Mi idea de crear un INEF en Mieres está teniendo una acogida fantástica. Se dan las condiciones, el de Mieres es un campus con posibilidades de crecimiento y costaría menos de lo que se cree. En materia de estudios deportivos, además, tenemos mucho andado. Pienso también en el doble grado de Derecho y Criminología.

-Los estudiantes.

-Es imprescindible el contacto con ellos. Entre esos 22.000 jóvenes sigue habiendo mucha gente brillante. La docencia está cambiando y eso es apasionante porque ahora los alumnos tienen una especie de memoria auxiliar a golpe de click frente al ordenador. El profesor tiene que aportar mucho más de lo que el estudiante encuentra a la primera en Google. Por eso es tan importante adaptarse e innovar.

-¿Qué aporta que no tengan sus competidores al Rectorado?

-Un determinado talante y una experiencia larga. Mi relación con el mundo de los recursos humanos creo que me da también cierta ventaja. Estoy convencido de que para ser rector de la Universidad se requiere sensatez y equilibrio. La Universidad de Oviedo tiene más de cuatrocientos años y eso es por algo. Aquí no valen los virajes bruscos. Más que velocidad lo primordial es buena dirección.

-¿Qué tal anda de intuición?

-A nadie le funciona al cien por cien, pero bueno... Yo no me quejo.

-Y los votantes universitarios, ¿votan por intuición o se leen los programas?

-Todo influye. Nunca se toman decisiones sólo a través de un análisis frío y racional, ni siquiera cuando esas decisiones son muy gordas. Entran en juego sesgos y emociones. Y con ese sistema a los humanos no nos han ido tan mal.

-Aquí el rector lo es las 24 horas del día. Usted verá.

-Lo asumo. Siempre trabajé a fondo y me apunto a eso que les decimos a los estudiantes: el rendimiento es igual a la capacidad por el esfuerzo. ¿Sabe cómo cuantifico el esfuerzo? En cuatro mil horas al año. De ahí para arriba.

-¿Tiene su equipo rectoral en la cabeza si las urnas le sonríen?

-Sé con quién puedo contar. No tengo compromisos con nadie ni hipotecas. Si salgo rector no habrá en el equipo nadie de mi generación. Yo me planteo cumplir un solo mandato, pero entiendo que la planificación en la Universidad de Oviedo tiene que ser más amplia en el tiempo.

-¿Ya ha calculado posibles alianzas si al final es precisa una segunda vuelta en las elecciones?

-La verdad, no he gastado ni un minuto en pensar en esas cosas.

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