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RAMÓN JÁUREGUI | Eurodiputado del PSOE

"En Podemos hay un antisocialismo que nos resulta especialmente insoportable"

"Tras el 26-J, el Gobierno es inevitable y a corto plazo; aunque el resultado sea parecido, lo que no ha sido posible antes será posible después"

Ramón Jáuregui, el viernes, en la sede de la FSA, en Oviedo. LUISMA MURIAS

No olvidará el 16 de octubre de 2011, la fecha en que ETA dejó de ser un problema. "Ha sido una victoria maravillosa. Saber que hemos sido capaces de derrotarles desde la democracia es una de las cosas más bellas que me ha ocurrido en la vida", presume el eurodiputado socialista Ramón Jáuregui, que ha estado en Asturias para hablar de la Transición.

-¿Corren malos tiempos para reivindicar la Transición en España?

-No. Son tiempos necesarios para reivindicar lo mucho y bueno que hicimos en aquel tiempo. Cada vez que miro al pasado reconozco como más meritoria la Transición y, sobre todo, la Constitución que fue el verdadero punto de ruptura con el régimen franquista. La Constitución nos ha dado el mejor tiempo de la historia de España en cinco siglos.

-¿Qué le parece que partidos emergentes, como Podemos, tengan como mantra la ruptura con la Transición?

-Me preocupa enormemente esa consideración tan injusta y equivocada con el pasado. Hay que reformar bastantes cosas de nuestra Constitución y darle un dinamismo a las reformas. Pero pretender una Constitución ex novo como si fuera posible reconstruir totalmente la convivencia democrática en España es un error gravísimo. Quien primero habló de una segunda Transición fue el señor Aznar en 1996, espero que Podemos no le imite.

-¿Es la corrupción la cruz del sistema político surgido de la Transición?

-Es un problema gravísimo. La política no se sostiene sin ejemplaridad. La corrupción no ha hecho metástasis en la sociedad sino que afecta a algún círculo de los partidos, con la intromisión del dinero en el urbanismo, especialmente en al ámbito local, entre 2000 y 2008. La cascada de informaciones son consecuencia de un funcionamiento muy estricto del sistema anticorrupción que hemos creado, lo que es bueno; pero su efecto mediático es letal. Hacen falta dosis de un regeneracionismo muy potente en la política española.

-¿Por qué el nacionalismo vasco está mas tranquilo que el catalán?

-El fin de ETA, hace ya cuatro años, ha sido para el nacionalismo como tomarse un Valium . El nacionalismo necesita, para perpetuarse, una hoguera sistemáticamente alimentada. Cuando el nacionalismo se relaja, los ciudadanos no se preguntan cada semana si quieren ser independientes o no, sino cómo les va en la vida, cómo llegan a fin de mes o cómo pagarán la hipoteca. La tentación independentista es muy minoritaria. También es verdad que el marco de nuestro autogobierno, especialmente en la parte económica, ha satisfecho las demandas identitarias.

-Ya que habla de economía, la reforma de la financiación autonómica calienta motores. ¿Qué le parece la petición de recalcular el concierto vasco?

-Nadie cuestiona que el concierto económico vasco es un marco constitucional. Si la contribución del País Vasco a las cargas del Estado no transferidas es justo o no, es algo que objetivamente puede y debe hacerse. No veo problemas a eso. Pero si somos inteligentes en España, cuanto menos toquemos este asunto mejor, para no extender los problemas territoriales.

-¿Pasa el socialismo vasco por su momento más bajo?

- Está siendo injustamente tratado cuando ha sido clave en el fin de la violencia. El socialismo ha hecho una contribución histórica notabílisima a la convivencia entre sentimientos identitarios diferentes. Y esa labor no está siendo apreciada ahora por los ciudadanos. Curiosamente hay una tentación de votar a lo nuevo sin saber muy bien ni quiénes son, ni qué quieren.

-Cuando se oyen alusiones de Podemos como la de la cal viva, en el debate de investidura, da la impresión de que hay algo personal con el PSOE. ¿No hay espacio para los dos partidos en el escenario político?

-Seguramente estamos obligados a convivir pero, por su parte, hay una tentación de aniquilación que nos resulta insoportable en esas manifestaciones, en esa agresividad... Conociendo en profundidad su movimiento, hay un antisocialismo muy cercano al de los viejos comunistas. Y eso nos resulta particularmente insoportable a muchos. No quieren compartir la izquierda sino desplazarnos de la historia y no lo vamos a admitir nunca. Sobre todo porque no son una nueva izquierda.

-¿No le parece una apuesta novedosa?

-Reconozco el mérito a Podemos de haber encauzado la protesta a la política. Me alegro de que en España la protesta, que es una indignación ciudadana lógica, comprensible con todo lo que ha sucedido en los últimos nueve años, se haya encauzado a la política y, además de izquierda. Pero no percibo una nueva izquierda. No han pasado de la protesta a la propuesta seria. Sólo quiero que si mantienen el respaldo electoral, pasen por el filtro de la responsabilidad de gobierno para convertirse en algo serio.

-¿Cree que la estrategia de pactar con IU tiene como prioridad desplazar al PSOE?

-Puede ser pero hemos visto muchas veces que en política dos más dos no suman cuatro. La fusión con IU tiene efectos muy perniciosos en dos sentidos: les destruye el proyecto de transversalidad y de centro izquierda y les ubica en la extrema izquierda y, desde luego, diluye y hace desaparecer a IU.

-¿Han estado los partidos a la altura de la metamorfosis que salió de las urnas el 20-D?

-Algunos sí y otros no. El PSOE y Ciudadanos lo intentaron de forma leal. Rajoy perdió una oportunidad extraordinaria de convertirse en protagonista del proceso cuando renunció al mandato real. Es muy comprensible que ni el PSOE ni Ciudadanos hayan trabajado en la idea de un gobierno con el PP, que convirtió su mayoría absoluta en una mayoría corrupta. Por eso el PSOE estuvo firme en el rechazo a una gran coalición. Sánchez ya había advertido a Rajoy en la campaña que no era la persona adecuada para dirigir el Gobierno.

-¿La marcha de Rajoy hubiera allanado la gran coalición?

-Ése es un problema del PP pero es bastante evidente que hubiera situado en otro terreno la negociación.

-¿Qué le ha parecido la posición de Podemos?

-No tuvo la más mínima intención de facilitar un Gobierno del PSOE y Ciudadanos, siquiera absteniéndose. Han renunciado a una posición que estratégicamente no era mala para Podemos, ocupar la oposición de izquierdas en exclusiva en el Parlamento en una situación nada fácil para el Gobierno. Y le daba un margen para resolver sus querellas internas y su modelo territorial.

-¿Fue realista la estrategia de Sánchez de optar a la investidura tras el peor resultado del PSOE?

-No había otro mecanismo. Rajoy dijo que no. Sánchez se volcó en intentarlo de la mejor manera posible.

-Y si tras el 26-J los resultados son similares ¿los partidos cambiarán el chip o iremos a un día de la marmota de la política española?

-No. Después de las segundas elecciones el Gobierno es inevitable y a corto plazo. Aunque los resultados sean parecidos, lo que no ha sido posible antes, será posible después. No sé quien gobernará tras el 26-J, pero tendrá que hacerlo por acuerdos y los partidos deberán estar dispuestos a nuevos consensos, si no España perderá oportunidades.

-¿A qué se refiere?

-La política española está pendiente de acuerdos muy importantes. Tras 35 años fantásticos, España está ante una encrucijada muy grave. Hay un problema territorial muy serio, existe un problema de conexión con la economía digital, con la revolución tecnológica, los países están ante decisiones en las que se juegan su ser o no ser. Y están nuestras claves internas: ajuste de gastos, fiscalidad nueva, sostenibilidad de nuestro sistema del bienestar, calidad universitaria. En España hay ocho, diez grandes temas a decidir entre todos.

-Hablábamos antes del socialismo vasco. ¿Cómo valora la trayectoria de Javier Fernández en el panorama socialista?

-Javier Fernández es probablemente una de las cinco mejores cabezas del socialismo español y quizás me sobren dedos. A él, como a mí, le sobran unos poquitos años. En las grandes cuestiones del país, como la territorial, siempre me ha parecido un español de primera y en el capítulo ideológico tiene una modernidad y una capacidad de innovación del socialismo fantásticas.

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