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Asturama

Las vacas toman la carretera

Ganaderos de San Martín de Luiña siguen realizando la tradicional bajada de los animales desde las brañas para participar en el mercado

Las vacas toman la carretera

"¡Ya se sienten, ya se sienten por allá!", exclama una vecina poco después de las nueve de la mañana, asomada a su casa en Cipiello, al borde de la carretera, mientras señala con el brazo en alto hacia Brañaseca. La mañana gris y plomiza, anunciando una lluvia que llegaría entradas las dos de la tarde, ve roto su silencio matinal por el grito de los hombres, el sonido de los "lloqueros" (cencerros) y el mugir de los animales.

De repente, en medio del paisaje inmenso asoman al fondo las vacas a paso ligero, casi rápido, invadiendo el paisaje de izquierda a derecha y bien agrupadas por quienes las conducen a pie y a caballo, en una imagen que es un privilegio contemplar si se tiene en cuenta lo que les ha costado a los ganaderos reunir todos esos animales, sacados de cada prao de cada braña, para llevarlos como se hizo siempre hasta el mercado anual de ganado que se celebró hace unos días en San Martín de Luiña, organizado este año por primera vez por los propios ganaderos de San Martín. Muchos de quienes conducen las vacas, buena parte casinas de la montaña, son vaqueiros.

También habrán de llegar por montes, caleyas y carreteras, en manada, los caballos y las yeguas, sabiamente conducidos por chavales jóvenes que, como sus padres, están en ello por "pasión ganadera", pues dada la situación que hoy vive el campo asturiano, como muchos dicen, "la ganadería tiene que gustate, llevalo en la sangre, mamalo desde pequeñu, como ye mi caso. Yo vívolo de verdá, ye mi vida", tal como afirma desde su casa en Brañaseca Armando Martínez, propietario de buena parte de las vacas que fueron bajadas por el monte y la carretera hasta San Martín de Luiña, en cuyo mercado también hubo ganado procedente de otros rincones de Asturias que fue transportado en camiones.

Para este ganadero el campo "tiene presente y en cuanto al futuru, tendrá que tenelu. Todo sigue subiendo, el forraje, el gasoil, el pienso, y los xatos los estoy vendiendo al mismu preciu que mi güelu. Luego está el tema de los lobos, que están masacrando la cabaña ganadera", añade. Por su parte, Germán Albuerne, tratante de ganado y propietario de una pareja de bueyes cuya presencia y tamaño causan admiración, dice que los lleva a la feria "para dar ambiente. Los tengo por querencia y para llevarlos a cuatro eventos. Con la llegada de la modernidad y la maquinaria al campo, la gente dejó de trabajar con ellos. Me gusta llevarlos para que no se olvide la tradición".

Dentro de un año San Martín volverá a despertarse con el sonido de los "lloqueros", los mugidos y los ganaderos alentando a las vacas a caminar, convirtiendo en casi un espectáculo lo que antaño era normal. "Tira unas fotos, que esto va a dejar de existir algún día", exclama uno de los que van a caballo con las vacas.

Hechas están. Y ojalá que no.

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