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El futuro se cuece en las aulas

Coincidencia en la necesidad de fomentar las alianzas con la empresa, tener claras las estrategias y promover el mecenazgo privado - Investigadores y expertos en formación reclaman una Universidad más dinámica y transparente y mayores niveles de riesgo en materia científica

El futuro se cuece en las aulas

Tenemos un sistema educativo que aguanta las pruebas de resistencia a las que se le somete, pero con amplio margen de mejora en asuntos tan fundamentales como la renovación generacional del profesorado, la mejora de las condiciones laborales docentes o el necesario salto de calidad en busca de más alumnos de excelencia, entre otros aspectos.

Del sistema educativo asturiano salen los alumnos bien formados, incluyendo aquí la Universidad de Oviedo. De esa formación se aprovechan otros o, lo que es peor, no lo aprovecha nadie.

El catedrático de Economía de la Empresa Álvaro Cuervo alertaba sobre la necesidad de andar ágiles ante el futuro inmediato: "más de la mitad de los empleos que habrá dentro de veinte años no existen hoy en día". Y en una década cerca de la mitad de los actuales empleos estará completamente automatizada.

El reto está claro: hay que, con menos empleo, crear más valor. Y no es una utopía.

Estamos ante un cambio de paradigma, una revolución global que nos cambiará la vida hasta extremos impensables. La directora del Departamento de Salud Pública de la Organización Mundial de la Salud, María Neira, se pregunta "dónde hay que apoyar la palanca para mover nuestro mundo", siguiendo el ejemplo de Arquímedes.

No es una palanca, sino muchas; miles. Una de ellas -explica Neira- se llama alianzas y en ellas deben intervenir empresas, instituciones, científicos y filántropos. "Juntar talento siempre es una buena receta". María Neira concreta una idea: la creación de un Plan de Innovación y Desarrollo para Asturias.

El científico del Centro de Investigación del Cáncer, Atanasio Pandiella, hace hincapié en la necesidad de decidir estrategias, de tener claro dónde vamos y qué queremos. La primera disyuntiva: "o invertimos en investigación o se la compramos a otros". La segunda: investigar en qué. Hay que ser selectivos.

Pandiella anima a seguir la estela de la muy buena investigación que se hace en Asturias y que logra fondos internacionales e incluso financiación privada. Y concluye: "para vivir más y mejor no hay otra receta que fomentar el conocimiento".

El rector de la Universidad de Oviedo, Santiago García Granda, reconoce la necesidad de reorientar la estrategia universitaria, y eso pasa por tres objetivos: frenar la emigración de jóvenes científicos, mejorar la inversión en I+D+i, hoy insuficiente, y dar un impulso a las relaciones entre las empresas y los centros de investigación.

García Granda se imagina -y desea- una Universidad con mayor oferta bilingüe, mejor posicionada en el espacio hispanoamericano donde existe un alto margen de mejora, y con un contrato programa firmado y rubricado con la Administración asturiana que permita mayor sosiego y obligue a cumplir.

¿Necesitamos nuevas titulaciones? Posiblemente porque los tiempos y las nuevas perspectivas tecnológicas achuchan. Las nuevas titulaciones, dice García Granda, "hay que repensarlas estratégicamente", más con criterios de calidad que de cantidad.

Del presente y futuro universitario habla el matemático Juan Luis Vázquez, miembro de la Real Academia de Ciencias. Vázquez echa una ojeada al mapa universitario español y lo que ve son 83 universidades (50 de ellas de titularidad pública) "y un esfuerzo gigantesco" de formación, aunque en nómina no tengamos a ningún Nobel.

"Una idea clave del nuevo tiempo universitario, a donde al Estado le resulta difícil llegar, es la lucha por atraer a las mentes excelentes y hacerlas vivir en nuestros campus", explica el matemático Vázquez, quien propone rescatar la idea de las asociaciones de Amigos del País para la dotación de cátedras especiales de excelencia. "El mecenazgo ilustrado es la asignatura pendiente" de España, dice.

Vázquez pone el foco en los premios Princesa de Asturias "que nos han puesto en el mapa mundial de la cultura y son una excelente carta de presentación para atraer a nuestros futuros nuevos sabios".

Uno de los requisitos para captar talento es "acabar con el laberinto administrativo", dice el profesor de Derecho Constitucional, Miguel Ángel Presno, muy crítico con algunos aspectos universitarios. El futuro de la institución pasa a su juicio por activar mecanismos de renovación del profesorado. La Universidad asturiana tiene áreas con una media de edad por encima de los cincuenta años, recuerda, y en muchos casos con un profesorado ya próximo a la jubilación. ¿Quién les sustituirá en pocos años?, se pregunta. Y otra cuestión: ¿aceptará la sociedad asturiana que se improvise de manera chapucera la formación de quienes, por ejemplo, van a operarnos en los hospitales?

Miguel Ángel Presno reclama una Universidad "más adaptada a los tiempos y a los cambios" y más dinámica. Y una Universidad más transparente: "habría que publicar qué hacemos los profesores -docencia, publicaciones, proyectos- y el personal de administración y servicios, qué resultados tienen los alumnos y cuánto cuesta cada servicio".

El investigador del Instituto Técnico de Materiales (ITMA) y divulgador científico Amador Menéndez, propone un cambio: del paraíso natural al paraíso tecnológico, sin menoscabo del primero, que es una imagen de marca. Para Menéndez hay dos tipos de innovación, condenados a coexistir. Una, la horizontal o, lo que es lo mismo, sacarle partido a productos ya existentes en el mercado, para mejorarlos. Otra, la vertical "donde no hay caminos trazados".

"Apostar por la innovación vertical no significa invertir más dinero en investigación, sino distribuirlo de forma diferente, sabiendo que el retorno puede ser infinitamente mayor", explica Amador Menéndez.

Unos empresarios que "no actúan al plazo corto, sino al inmediato". Un marco burocrático que ralentiza y a veces frena, con un excesivo formalismo administrativo. Y unos investigadores que en algunos casos huyen de la investigación aplicada "que dificulta la obtención de méritos para la concesión de los sexenios que complementan el salario".

Con este panorama, el profesor del Departamento de Genética de la Complutense, Carlos López-Fanjul pinta un panorama sombrío y propone para resolver problemas la creación de una agencia oficial independiente, sufragada con cargo a fondos públicos y que contemple la gestión del gasto de I+D+i en la región. "En Asturias promover, coordinar y evaluar la colaboración entre la Universidad y las empresas debería ser una operación asequible, porque aquí nos conocemos todos".

El periodista Carlos Franganillo, corresponsal de TVE en Washington, incide en la necesidad de formación en profesiones clave para el desarrollo tecnológico del país y del Principado. "Hay que apostar por la formación de programadores, que van a ser vitales en cualquier sector de la economía", dice.

En esta cuarta revolución industrial, solo se requiere, explica Franganillo, "un espacio físico conectado a internet y unos emprendedores bien capacitados". Es lo que Amador Menéndez denomina el "garaje tecnológico" que, más que una cochera al uso "es un modo de pensar y una forma de actuar".

Y mucho antes que todo eso hay una realidad que se llama escuela, a la que acuden decenas de miles de niños asturianos. A ella se refiere el profesor del IES Elisa y Luis Villamil, de Vegadeo, Luis Felipe Fernández García. Él vive en primera persona los avatares de la docencia en la periferia y pide "volver a pensar la escuela en el medio rural".

Cuanto más abierta a la comunidad mejor, porque -dice Luis Felipe Fernández- es la mejor forma de garantizar la integración cultural, la justicia social y la igualdad de oportunidades.

En resumen, se requiere ambición, selección de estrategias, financiación inversora. Y fe en una tierra que se la merece.

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